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Líderes en formación de líderes desde 1992

Te recordarás cuando vimos el documental de la subida al Everest –Comenzó Arturo, esta vez en el café después de la comida en un lugar fuera de su empresa- Los personajes importantes, comentábamos, no son los expedicionarios, son los Sherpas ¿te acuerdas?

Hice un poco de memoria y recordé que es del grupo de los sherpas donde normalmente se contratan los guías para las expediciones en las cumbres del Himalaya y recordé también la película que en una ocasión vimos juntos, donde Percival Hilary ascendía en 1953 por primera vez el monte Everest.

Afirmé que recordaba y continuó: Los que aparecen como conquistadores son los que pagan la expedición, pero el heroísmo y el valor, sin demeritar a nadie recae en estos guías nativos del Nepal. Ellos saben por donde ir, conocen los caminos y los peligros y los van sorteando y haciéndoselos notar a los expedicionarios, con una paciencia extraordinaria.

Ellos ya han caminado algunos de esas veredas y han tenido sus tropiezos, conocen las distintas vías y saben enseñárselas a los demás. Se exigen demasiado y comprenden las novatadas que puedan hacer el resto del equipo. Y las comprenden porque conocen mejor que ellos las dificultades que se puedan ir presentando.

Terminan por llevarlos a la cima y que se lleven el mérito, cuando los protagonistas son ellos mismos. De hecho el único nombre que se conoce es el del sherpa que llevó a la cima de la montaña a Hilary.

Lo mismo debe suceder con los líderes, deben ser personas que tienen que exigirse y ser muy disciplinados si quieren llevar a su equipo a las metas que proponen. No hacen grandes concesiones con ellos mismos, saben exigirse y en este exigirse se dan cuenta que las cosas no son siempre tan sencillas. Roturan camino y conocen de las dificultades de este roturar. Eso los hace comprensivos con sus colaboradores o seguidores.

Saben que cometerán errores en ese camino una y otra vez y los comprenden porque ellos han pasado ya por ese camino previamente. En la formación de todo líder aparece necesariamente la palabra disciplina, que tanto disgusta en la actualidad. Aristóteles la definía como “la sujeción de los deseos a la razón”. Todo verdadero líder debe ser exigente consigo mismo, porque sabe a dónde quiere llegar y no lo pierde de vista y conoce también la rebeldía de los sentidos y de los sentimientos que, en ocasiones impiden a todos ser razonables. Pero sabe anteponer el deber al placer y sabe también lo difícil que esto es. Sabe exigir, pero sabe comprender que la disciplina se forja poco a poco, aunque de hecho haya  personas que la desconocen del todo.

En pocas palabras el líder entiende a sus corredores, porque el ya ha corrido antes que ellos.

Al líder no le interesan los aplausos pero sabe dárselos a sus seguidores cuando lo necesitan. No requiere que le levanten el ánimo, pero sabe levantarlo y conoce los momentos oportunos. A veces parece incansable, pero sabe dar reposo.

Conoce lo que se tiene que hacer en cada momento, y sabe descubrir el deber a los que se despistan. Sabe que lo importante no es llegar “solo, sino con todos y a tiempo”, como afirmaba Machado.

Algo importante es que el líder descubre que error y persona son dos cosas distintas. Me llama la atención oír en ocasiones a gerentes o jefes que cuando se equivoca un colaborador, preguntan ¿por qué eres así? ¡No, la persona es más rica que sus errores!, se puede preguntar ¿por qué sucedió esto o aquello?, pero no determinar a la persona por los errores que comete.

Se desaprueba el error, pero no la persona que lo comete. Esto, que se dice fácilmente, en la práctica ¡como cuesta!, solamente los líderes exigentes consigo mismos alcanzan a comprenderlo. Los verdaderos líderes, y a la historia me remito, eran muy humanos, porque caminaron el sendero de la exigencia personal. –Terminó Arturo.

Extracto del libro electrónico: "Fundamentos para un liderazgo Eficaz"

José Luís Castañeda Lerma

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