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Juan estaba citado a las 17.00 en una oficina en la cual ofrecería sus servicios a determinado gerente de una empresa. Llegó puntualmente a la cita y se dirigió a recepción, la recepcionista marcó determinado número interno y avisó de la presencia de Juan. Le dijeron que en un momentito le atenderían, y le invitaron a sentarse.
 

 

Juan estuvo observando a otras personas que venían a otro tipo de citas y le llamó la atención ver a una chica que estaba dormida en una especie de escritorios que se encontraban detrás del panel de recepción. El momentito se había prolongado por veinticinco minutos y nadie salía a atenderlo. Sacó su tarjeta y se la entregó a la recepcionista y le dijo que avisara que se retiraría. Movido por la curiosidad preguntó por la chica que estaba dormida y le contestaron que llevaba hora y media esperando que la atendieran, era una persona que había ido a pedir trabajo, la recepcionista le comentó que era muy frecuente que se hiciera esperar a los candidatos a esa empresa.
 

 

Estaba a punto de retirarse, cuando la recepcionista le dijo que en un minuto más la persona que lo recibiría lo atendería. Se esperó, al minuto salió la persona que le iba a atender y le pidió una disculpa «por haberle robado esos treinta minutos de tiempo», Juan que es muy incisivo le contestó: «no me robaste treinta minutos de mi tiempo, me has robado treinta minutos de mi vida».
 

 

¡Qué razón tiene Juan!, un minuto de tiempo desperdiciado es un minuto de vida desperdiciada. La vida se vive en el tiempo y quitarle tiempo a una persona en el fondo es quitarle un poco de su vida.

 

En ocasiones perder o hacer perder el tiempo, parece algo insignificante, unos cuantos minutitos se pasan volando, sin embargo la vida se compone de esos minutitos a los que en ocasiones no les damos importancia.
 

 

Juan le comentaba al autor lo siguiente: supónte que me quedan solo tres horas de vida y media hora de ese resto me la paso haciendo nada, esperando a alguien, ¿te das cuenta entonces del robo de vida que significan esos treinta minutitos?. Te parecerá una exageración pero nadie sabe el tiempo o vida que le queda.
 

 

En México nos reímos por la falta de puntualidad, decimos que es algo inherente a la cultura del mexicano, sin embargo es bueno que se reflexione la importancia que tiene en cada una de nuestras vidas el tiempo y el saber aprovecharlo. A lo mejor en nuestras vidas el tiempo lo desperdiciamos de una manera inmisericorde y por vivirlo así no alcanzamos a valorar el tiempo de los demás, a lo mejor realmente pensamos que la vida no vale nada, sin embargo nuestras vidas se construyen con cada minuto que vamos pasando en el tiempo.
 

 

Así cuando hacemos esperar a alguien porque tenemos alguna otra cosa que hacer, es como decirle tu vida para mi no tiene importancia, pero la mía sí.
 

 

La puntualidad como virtud, como exigencia personal parte de la base de una valoración alta de la vida propia y de la vida ajena. No se puede faltar a la puntualidad sin considerar que las personas que esperan también podrían estar haciendo otra cosa importante para ellos. La falta de puntualidad encierra de alguna manera algo de egoísmo, puesto que solo nos lleva a pensar en el tiempo personal.
 

 

Afirmaba J. Escrivá «Si el tiempo fuera oro, podrías desperdiciarlo quizá, pero el tiempo es vida y tu no sabes cuanta te queda» Tiempo y vida confundidos en un mismo concepto. Correlacionados de una manera fuerte.
 

 

Por eso cuando digas que le vas a robar a alguien un poco de su tiempo, piensa que lo que estás robando es lo más preciado para todo ser humano: su vida y saca consecuencias.
 

 

Ser roñoso con nuestro tiempo nos hace apreciar el tiempo de los demás, no desperdiciar nuestra vida y no permitir que otros la desperdicien es realmente valorar el tiempo propio y el tiempo ajeno.

 

El autor se ríe un poco en este momento, puesto que va a hacer un trámite al municipio y seguramente le robarán un buen pedazo de su vida.
 

 

Jose Luis Castañeda Lerma

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