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Uno de los refranes que tienen mucha vigencia en la actualidad: Cada quien habla de la feria como le va en ella, sí, de acuerdo, cada quien ve las cosas desde su muy peculiar punto de vista: Un jefe agrio de carácter defenderá su acritud y dirá que da excelentes resultados, un corrupto defenderá su punto de vista con argumentos propios. Un persona que ha tenido un fracaso sentimental, hablara del matrimonio desde su muy peculiar perspectiva y así pueden ir aumentando argumentos que se refuerzan el consabido refrán.

Pero a pesar de que cada quien hable de la feria de acuerdo a como le haya ido, en realidad se estaría dando una visión de la misma incompleta, parcial, llena de subjetivismo.

Este refrán nos envuelve en el maravilloso mundo del relativismo, en el que la verdad se apuesta a lo que cada quien quiera ver de ella. Por supuesto que sin importar la verdad en ningún momento.


Hemos visto un vaso con agua y afirmamos lo medio vació o lo medio lleno, pero la verdad es que esta a medias. Cada quien podría dedicarle tiempo a invertir en apreciaciones y caer en discusiones barrocas, pero la única verdad es el vaso a medias.


Sin embargo surge en la actualidad la pregunta cínica que algunos nos hemos hecho ¿A quien demonios le interesa la verdad? Estamos en épocas de tolerancia, donde si no aceptas las opiniones de los demás te insertan el mote de intolerante, del que hay que correr despavoridos. De pacifismo mal entendido en el que lo preocupante es estar de acuerdo por lo menos en que no se esta de acuerdo y como cada cabeza es un mundo, pues que cada caminante que siga su camino.


En la actualidad la verdad no es importante, es mas auténtico el cómo la sentimos o el cómo la vemos, afirman algunos.


De ahí que asuntos de buena monta como el matrimonio, la sexualidad, el amor, la vida en todas sus etapas, la misma religión, y por ende Dios, han quedado a la libre interpretación de cada uno, se han convertido en multi verdades donde cada quien ve e interpreta de acuerdo a lo que le sea mas cómodo. La comodidad viene a convertirse en el aspecto mas buscado.


La superficialidad, es característica de nuestro pensamiento actual bastante arraigada. Ser superficial significa no adentrarse en la búsqueda de la realidad y de las situaciones, es pasar indiferente ante la verdad. Es parcializar lo real de acuerdo a mi muy personal modo de ver y de sentir. Es comprar la realidad de acuerdo al precio que yo le ponga.

 

Las preguntas tan actuales como ¿Cuál es el sentido de la vida? ¿Que busco en este matrimonio? ¿Que me está dejando mi trabajo en la empresa? ¿vivo la vida de acuerdo a los valores objetivos? ¿estoy viviendo el hoy y ahora? ¿Suelo engañarme en mis sentimientos y acciones? ¿Tiendo con frecuencia a la auto justificación de mis errores? ¿Estoy labrando adecuadamente mi prestigio profesional? ¿Tengo orden en mis afectos? etc. Suelen tener respuestas superficiales como: no es el momento; ya tendré tiempo de pensar en esas cosas; lo que importa es sacar este trabajo adelante; me incomodan este tipo de preguntas; que esperaban, si así soy, respétenme. Etc.

 

Profundizar para tratar de encontrar la realidad de cada situación, para algunos es algo pasado de moda en el que no debemos meternos. Nos convertimos en veletas de los pensamientos de actualidad o del pensamiento que menos nos incomode. Recuerda que no darte tiempo para profundizar en las preguntas vitales es no vivir la vida, es permitir que alguien o algo lo hagan por ti y no te extrañe que aquello que obtengas será resultado de aquello que planeaste, pero recuerda que el planear requiere abandonar la superficialidad.

 

¡Cuéntame la feria y después dime cómo te fue en ella!

 

José Luis Castañeda Lerma

 

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