logoP31

Líderes en formación de líderes desde 1992

Hace unos cuantos días tuve la alegría de volver a encontrarme con un amigo que tenía tiempo de no ver. Estuvo en casa hasta las altas horas de la madrugada, porque se volvía a su ciudad a la mañana siguiente.

Llegó un momento en que la plática tomo caminos serios y me decía que “los seres humanos nos la pasamos hablando con nosotros mismos, prácticamente todo el dÍa”, me quede pensando un poco y le pregunté con cierta ingenuidad ¿y de que te hablas?

Se hizo un largo silencio, que retomé con algunas experiencias que me han contado nuestros alumnos. Me recordé de una en específico “de que puedo hablarme si estoy vacío, si tengo puras tonterías en la cabeza” Y se la comenté a mi amigo.

¿De qué me hablo, se preguntó en voz alta? y comenzó con una lista de cosas: que si mi mujer estará enojada porque voy tarde, que si mañana tengo que pagar la tarjeta de crédito, de cuanto tiempo tiene que no cambia el auto, de que se va a poner para ir a la cena del jefe, si habrán reprobado materias sus hijos y de ser así que les va a decir…

Me preguntó que otro tipo de monólogo podría hacer, esto es, de qué otra cosa se podría platicar a sí mismo. Recordé a Carlos un alumno que en alguna ocasión sacó un tema similar. Las respuestas que se dio a si mismo iban por otros caminos.

“Creo que me estoy tomando demasiado en serio, la discusión con mi mujer era innecesaria, me di cuenta desde el primer momento tenía razón y no quise dársela, habrá que exigirse un poco mas en la lucha con la soberbia…Seguramente hice daño al dejar sin terminar mi trabajo el dia de ayer, retrasaré a más de alguno…¿Cómo hacer para acercarme más a mi hijo el mayor? cada vez platicamos menos, tendré que buscar la manera de comentar puntos en común etc.”

A final de cuentas, si platicamos con nosotros mismos, habría que repasar que es lo que traemos en la cabeza, puede ser que este llena de naderías, o llena de riqueza o llena de ruido que impide un monólogo enriquecedor.

Algunos autores comentan que en el frontal del Oráculo de Delfos estaba escrito los siguiente: “Conócete a ti mismo” como un consejo sabio aplicable a todos. De acuerdo. Para conocer a una persona interiormente, solo se puede lograrlo si nos manifiesta su interioridad y esto se da principalmente a través de la palabra.

Yo me doy a conocer a los demás en la medida que platico mis experiencias, mis pensamientos, mis deseos etc. Se requiere, por supuesto, alguien más, otro, que esté dispuesto a oírlos. Posiblemente sea difícil encontrar quien reciba lo que quiero manifestar, ¡se está tan solo en la actualidad! ¡hay tan pocos que quieran escuchar! se podría concluir entonces ¡hay tan pocos a los que les intereso! o peor aún ¡hay tan pocos que nos aman!

El monólogo interior debe ser profundo, para que comencemos a conocernos y quizá para hacerlo se requiera pensar en las respuestas a las siguientes preguntas ¿quién soy? ¿de donde vengo? ¿A dónde voy? ¿qué debo hacer para erradicar esos defectos que impiden lograr lo que quiero? ¿qué quiero?

Es difícil encontrar respuestas profundas a estas preguntas, nos da flojera, por eso al subirnos al auto lo primero que hacemos es prender el radio. ¡no soportamos estar con nosotros mismos! ¡no somos capaces de escucharnos ni a nosotros mismos!

 

José Luís Castañeda L.

###BLANK###

 

BannerPROMO