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Líderes en formación de líderes desde 1992

En el curso de “Dirección de Personal” que dimos recientemente, surgió el siguiente diálogo con el Gerente General de una empresa, le llamaremos Lucas.

-        En ocasiones veo aletargado a mi “staff” no les corre prisa…

-        ¿De dónde debe generarse esa prisa que echas en falta? –pregunté.

-        No lo sé, son adultos y deben entender que las cosas tienen su tiempo… Saben lo que tienen que hacer.

-        Cuando hablábamos de dirigir mejor, decíamos que buena parte se basa en el seguimiento –dije.

-        Son personas que llevan varios años en la empresa…se han ganado cierta autonomía –continuó Lucas. -Un pequeño silencio y después dijo

-        Para no ir más lejos el otro día uno de ellos no presentó los resultados a tiempo y nos causó cierto trastorno. Me sorprendió porque es responsable y no creas que se apenó o disculpó…

-        Y ¿qué hiciste? –pregunté con cierta sorpresa

-        Le dije un tanto molesto que no quería que se volviera a repetir –contestó Lucas ingenuamente.

-        ¿Se volvió a repetir? -Pregunté.

-        Si pero en asuntos que no tenían la importancia de los resultados.

-        ¿Y qué hiciste?

-        Son del Staff, ¿que querías que hiciera?

-        ¿No pasó nada? –pregunté asombrado y añadí- Ahí está el origen del aletargamiento que dices que tienes en tu equipo.

De verdad que en ocasiones es quien dirige, quien ocasiona lo anterior. Me atrevo a afirmar que, si les preguntara a los miembros de su equipo como visualizan al jefe, la respuesta  sería ¡aletargado!

Vivir en la tierra del “aquí no pasa nada”, en primer lugar demuestra falta de seguimiento y en segundo lugar falta de disciplina en la empresa.

Cuando se habla de “delegar”, se afirma que el seguimiento no debe de perderse, si es que no se quiere ser sorprendidos con los resultados. Debe existir siempre. Aún con aquellas personas que son responsables, quizá menos seguimiento, pero hacerlo.

Con respecto a la disciplina, usar los cuatro pasos que hablábamos en otro artículo. Recordando los dos últimos: Definir lo que se espera  y las consecuencias de no hacerlo.

En esta última parte, se debe ser muy claros y cumplirlo a rajatabla. Ponemos el siguiente ejemplo.

Llega una visita inesperada a la planta y no se puede localizar a uno de los ejecutivos. Nadie sabe a ciencia cierta dónde está. Es importante, para los visitantes, el resultado de unos criterios que maneja este ejecutivo. Las decisiones se posponen una semana.

1.Definir el asunto: Ayer no se te pudo localizar en todo el día por ningún medio

2.Consecuencias: Tuvimos que aplazar algunas decisiones porque faltaban datos y criterios que tenías que brindarnos.

3.Definir lo que se espera: A partir de ahora tendrás que avisar cuando salgas, donde estarás y contestar tu celular. Además hablar con los clientes y hacer que la decisión se tome cuanto antes.

4.Consecuencias: De no hacerlo de esta manera, volverás a checar tarjeta y tendrás horario más estricto y de no contestar el celular de la empresa, se te quitará el aparato.

Probablemente en este ejemplo el punto cuatro puede ser discutible, pero la idea es que se defina explícitamente y que EFECTIVAMENTE, se lleve a cabo en caso de incurrir nuevamente en este tipo de faltas.

Dejar pasar las cosas, no darle importancia a los errores, lleva a un terreno de “Aquí no pasa nada”, que es –figuradamente hablando- un terreno fangoso del que cuesta trabajo salir. Y además se está yendo contra la propia integridad: lo que se dice y lo que se hace deben guardar consistencia, o se pierde la credibilidad y por ende la confianza de tu equipo en tu persona.

José Luis Castañeda Lerma

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