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Líderes en formación de líderes desde 1992

Te reto a leer este artículo hasta el final. No te fijes si es largo o no. No tomes en cuenta si algún párrafo es abundante o corto. Simplemente fíjate en su contenido.
 
Quizá sepamos la frase que se le atribuye a Sócrates ¿Te acuerdas? “Solo se, que no se nada” y recuerda que era filósofo y que comparado con nosotros sabía bastante. Hay que reconocer que a pesar de que tengas un cúmulo de conocimientos, comparado con lo que ignoras es prácticamente nada y quizá menos que nada.
 
Posiblemente te manejes bien en tu trabajo porque sabes lo que hay que hacer, pero a lo mejor en el resto de tu vida no sepas como hacerlo y sientas esa sensación de inseguridad que te impide hacer muchas cosas más.
 
Hay ignorancia, que preocupa sobre todo, cuando analizas la bondad o maldad de tus propios actos porque no tienes con que comparar o no sabes si actúas bien o mal. Hay ignorancia en: tu conocimiento personal, como educar a los hijos, tratar a la pareja, relacionarse con Dios etc.
 
Lo peor de todo es que a pesar de esa ignorancia se sigue actuando y obviamente los resultados no son los que esperas.
 
En ocasiones cuando se le pregunta a una persona que enumere tres defectos de su personalidad, viene un silencio largo, titubeos y quizá oigas como respuesta ¡soy muy exigente! ¿exigir, es defecto?. Cuestiónate tú, y apunta tres defectos de tu persona, y verás que poco conocimiento tienes de ti mismo.
 
Ahora pregunta por esos tres defectos a la persona que más convive contigo y ¡ten cuidado! Posiblemente te diga más de diez antes de que acabe un minuto.
 
Hay que reconocer que se sabe poco de lo que es más importante en la vida, -algunos no saben ni siquiera que es importante en la vida- pero que se aparenta que se sabe más. Se entiende entonces por qué  Lope de Vega (¿recuerdas quién fue?) afirmaba en uno de sus poemas: “entiendo lo que me basta y solamente no entiendo, cómo se sufre a sí mismo un ignorante soberbio”
 
La hermana gemela de la ignorancia es la superficialidad –complejo de corcho- que impide que llegues al fondo de las cosas: saber poco de casi nada. La superficialidad impide que profundices en tu forma de actuar, en los problemas, en la búsqueda de la verdad y poco a poco se deja lo trascendente porque se da la excusa de que ¡no se tiene tiempo!
 
Afirmamos que la gente, cuando actúa mal objetivamente, lo hace más por ignorancia que por malicia. Por ejemplo: revisa en tu trabajo las acciones de tus colaboradores que te hayan parecido malas y en el fondo encontrarás ignorancia y superficialidad.
 
Tengo un amigo, que debe de tomar una de las decisiones más trascendentes de su vida, un “momento estelar”, sabe que debe profundizar para dar el paso. Se afirma como una persona que le interesa la verdad. Sin embargo no decide, en primer lugar porque ignora que es trascendente y que es secundario, y así se afana en nadar en la superficie de la vida llenándose de activismo sin sentido.
 
El efecto más importante de la ignorancia es la inseguridad. Es difícil moverse en algo que se desconoce.
 
Cuando se sabe el sentido de la vida, del trabajo, del matrimonio, del noviazgo, de la educación de los hijos  etc. Se avanza con pasos seguros, con ¡garbo por la vida!
 
¿Cuántas cosas tienes que resolver y no lo has hecho porque te faltan “datos”? ¿Con cuánto afán te has puesto a buscarlos? seguirán pasando días y tu seguirás pretendiendo que sabes lo que no sabes. ¿Se puede actuar con seguridad viviendo en la  ignorancia de lo trascendente? ¡Por favor!

 
José Luis Castañeda Lerma
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