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Líderes en formación de líderes desde 1992

Probablemente te encuentres, como muchos, revisando el resumen de tu año. Y al igual que ellos te encuentres con “las manos vacías”, con propósitos que hiciste al finalizar el año anterior y que siguen sin realizarse.

El mayor peligro al que te puedes enfrentar es con la tibieza, de decir “si, pero… no pasa nada, ya lograré cosas en su momento, todo es cuestión que me decida”

¿Te das cuenta que es lo mismo que te has repetido una y otra vez al finalizar el año?

Estoy de acuerdo contigo, todo es cuestión de que te decidas, pero, ¿qué te hace falta para hacerlo?

Entiendo que cuesta mucho trabajo decidir, porque cuando decides ir por algo, también decides dejar muchas cosas de lado, por ejemplo, si decides cambiar de empleo, tendrás que dejar, para comenzar el que tienes. O cuando tu decisión es ahorrar, sabes que tienes que cambiar alguna costumbre que te hace gastar innecesariamente.

Sí, decidir implica dejar cosas atrás, algunas de ellas forman parte de nuestros hábitos cotidianos y se encuentran muy arraigadas en nosotros, desde posibles relaciones dañinas, hasta bajar de peso. Desde abandonar una vida sin trascendencia, hasta cambiar hábitos peligrosos.

Entiendo que el ambiente, en ocasiones nos impide pensar en lo trascendente, en lo grande. Hay muchas distracciones que brotan como los hongos en césped después de una lluvia.

Distracciones que te hacen perder la perspectiva de lo trascendente de la vida, que te impiden realizar tus deseos y sueños nobles.

Habría que comenzar por repasar aquellas cosas que tenemos comenzadas y que no hemos terminado: ese ciclo escolar; ese libro que aún huele a nuevo y que sabes que te hará bien leerlo; esa visita al doctor que has ido posponiendo una y otra vez; quizá esa entrevista de trabajo que te da miedo hacer; la dieta que sabes que te hará sentir mejor, etc.

¿Qué te encontraste muchos peros para realizar lo que te propusiste el año pasado? ¡Por supuesto!, somos una fábrica de pretextos para justificarnos a nosotros mismos, pero esto nos lleva a la inmovilidad, a no avanzar.

Tienes que preguntarte con coraje y valentía: ¿hasta dónde quiero llegar este año? ¿Qué quiero tener o hacer en este período que estamos por comenzar?

Toma en cuenta que habrá cansancio, desánimo, desenfoque etc. Pero decide darle trascendencia a tu vida, cánsate de esa mediocridad a la que te han llevado y en la que has estado reposando. Ya es tiempo de dejar de tenerte lástima, ¡actúa!

Piensa en los demás, ¿qué debo hacer para mejorar las relaciones con las personas que más amo? ¿Qué tengo que dejar para mejorar mi trabajo? ¿Cómo acercarme más a Dios? ¿Qué hábitos o costumbres me arrastran hacia la mediocridad en la que me encuentro? ¿Cuáles fueron mis aparentes grandes errores de este año?

Son preguntas incómodas, que quizá nos desagrada hacernos, pero sus respuestas pueden llevarte a decidir, a hacer mejoras en tu vida, a dejar huella.

Dedícate unos minutos a contestarte esas preguntas. Te aseguro que vale la pena.

 

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