Generosidad¡Es más fácil adquirir diez virtudes, que quitarse un mal hábito!- me dijo en tono violento dentro de la conversación. No me quedó más remedio que asentir y decirle: ten cuidado, entonces con lo que te habitúas.

Eduardo guardó silencio, me imagino que para serenarse un poco más.

- Lo que pasa es que en la empresa comienzas por hacer una serie de cosas que se te convierten en rutina sin siquiera advertirlo. Por ejemplo el prejuzgar a las personas y a etiquetarlas. Pero los prejuicios están llenos de la manera en que vemos cada uno la vida...

Eduardo es gerente general de una de las empresas más productivas de la plaza y a sus 38 años se ha dado cuenta de una serie de vicios que se han introducido en su empresa de una manera casi imperceptible. La conversación con el autor surgió por razones de índole profesional. Debo aclarar que estas conversaciones, en mi experiencia, siempre terminan en aspectos personales.

- Hay días que es cansado venir a trabajar, que de repente me encuentro, sin hacer nada productivo, con ganas de dormir. Son días que la irascibilidad –enojarse- está a flor de piel. Que llega la tarde y que me encuentro con una sensación de improductividad terrible. Se que una de mis funciones es innovar, pero hay veces que las ideas brillan por su ausencia- continuó.

- Es cuando se requiere hacerse un poco de violencia... De revisar la fuerza de voluntad y de repasar los ideales que se han tenido contemplados en la vida, los grandes ideales por supuesto. Comenté.

Eduardo me interrumpió abruptamente y me preguntó: ¿te ha pasado lo mismo?

La respuesta fue un sí inmediato y la aclaración de que no solo a mí sino a muchas personas que conozco.

Continuó Edurdo:

- Hacerse violencia... En este mundo de tanta comodidad hasta suena un poco absurdo. Parece mucho mejor dejarse llevar y no tomarse la vida tan en serio.

- Depende mucho de saber que tipo de biografía quieres escribir o quieres que te escriban...Hay personas que permiten que las circunstancias y sus limitaciones hagan su vida y hay otras que por el contrario escriben su vida a pesar de las circunstancias y de sus propias limitaciones, le dije.

- Pero eso es muy cansado... aunque razonable. Por ejemplo –me dijo- hay carreras que crecen desparramadas y otras que parecen cultivadas. Hay personas de mi empresa que les ves la determinación desde que entraron en un puesto bajo y que van escalando y otras que están a la expectativa de lo que vaya sucediendo. Hay matrimonios que crecen a la buena de Dios y otros que de la impresión de que se tomaron muy en serio sus promesas matrimoniales y que los ves como sobreviven a pesar de que las circunstancias comienzan a hacerlos notar como piezas de museo...

- ¿Y crees que todo esto se da de una manera natural, espontánea? Pregunté.

- No, yo creo que en más de alguna ocasión se han tenido que hacer violencia, como dices. Sin embargo no alcanzo ver el fondo de esa violencia.

- Violencia contra uno mismo, contra lo cómodo, contra las modas, contra la mediocridad, contra tanto hedonismo...contra todo lo que nos aleja de lo que queremos ser y obtener. Me atreví a contestar.

- No es fácil, sería como quererse salir del medio ambiente que nos rodea que es tan cómodo, tan mediocre, tan...pacífico, tan adormecedor de las ganas, de la voluntad.

Tocó el punto clave: voluntad, querer. Hay ocasiones y es normal que el cansancio y la aparente rutina se mezclen y nos hagan tener días grises. Lo que no se vale es perder de vista los ideales, los objetivos, las metas.

Lo que no se vale es dejarse llevar por esa “bola de nieve” imparable que es la ensoñación, la falta de visión, el dejarse dominar por la ley del gusto.

Hay ocasiones, que nos parece que estamos en un túnel y que no se vislumbra la salida, pero sabemos perfectamente que el final existe y que no nos podemos quedar detenidos. Habrá cansancios, de acuerdo, entonces vale la pena tomarse un respiro, pero solo para tomar fuerzas y continuar. Al final todo se contará como historia, como algo pasado. ¡Si lo hemos vivido cantidad de veces!

En esos descansos, tan necesarios, surge la necesidad de hacerse violencia y retomar los caminos que alguna vez nos ilusionaron tanto y que en el fondo lo siguen haciendo. No se vale abandonarse. Son muchos los que esperan que nos levantemos, que nos observan y que toman sentido de su vida al contemplarnos.

Te dejo este punto para un ratito de reflexión:

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Me escribes y copio: "Mi gozo y mi paz. Nunca podré tener verdadera alegría si no tengo paz. ¿Y qué es la paz? La paz es algo muy relacionado con la guerra. La paz es consecuencia de la victoria. La paz exige de mí una continua lucha. Sin lucha no podré tener paz". Josemaría Escriva, “Camino”

   

José Luis Castañeda Lerma