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No se hablará del banco donde tienes tu dinero. Nos referimos a ese tipo de muebles en el que en ocasiones nos sentamos.

Pueden tener cuatro patas o también tres. Para que puedas sentarte con confianza normalmente basta que tengan tres, por supuesto que del mismo tamaño y  que sean sólidas.

Te sientas con un banco de tres patas y te soporta perfectamente.

La vida para que tenga un buen equilibrio debe tener, al igual que el banco, por lo menos tres soportes sólidos de otra manera te la pasarás haciendo esfuerzos para equilibrarla.

Las tres patas del banco de la vida son: tu trabajo, tu familia y tu relación práctica con Dios. Si falta cualquiera de estos tres nuestra manera de vivir se puede, de hecho se torna, desequilibrada.

Lo sabes por experiencia, que, por ejemplo, cuando tienes un problema familiar, el trabajo de una forma u otra, se ve afectado; no rindes al cien por ciento; en ocasiones y dependiendo de la dimensión del problema familiar, te encuentras desconcentrado, fuera de foco.

Sabemos de sobra que se recomienda, dejar los problemas familiares al entrar a trabajar. Sin embargo el ser humano es un todo, y cuando algo le afecta, todo le afecta en mayor o menor medida.

Igualmente sucede, cuando hay tensión en el trabajo o problemas en el  mismo. Se llega a la casa y en ocasiones, esa tensión se vuelca en tus seres queridos, la razón sigue siendo la misma: eres un todo como ser humano. Aunque pongas tu mejor esfuerzo, ahí tienes esa tensión que surgió en tu lugar de trabajo y que se mantiene en mayor o menor medida en tu casa.

Te he platicado solo “de dos patas” del banco de la vida, y normalmente sobre estas dos queremos sentarnos; por supuesto que no bastan para el equilibrio vital, sin embargo son las únicas dos que se toman en cuenta normalmente para querer lograrlo.

Quizá por lo anterior –usar solo dos patas- vemos tanta gente tensa, preocupada, triste, angustiada.

Hay una “tercera pata vital” y es el enfoque sobrenatural de la relación con Dios. No consiste en tener un Dios allá a lo lejos, desdibujado. Se trata de darle sentido sobrenatural a lo que nos rodea. Un Dios que puedes descubrir  en cada cosa que te sucede,  que está presente en toda actividad y relación. Y una relación con El que va más allá de las ceremonias de bautizo, bodas, funerales etc.

Un Dios que en ocasiones no encuentras, porque no sabes dónde lo dejaste. Que te lleva a hacer bien tu trabajo, que te ayuda a soportar las contrariedades diarias y que les da otro enfoque. Que te ayuda a entender lo que para otros es ininteligible. Que te ayuda a ver más allá de tu nariz. Y que termina por darle un sentido tridimensional a tu vida. Que termina por darle sentido al trabajo y a la familia.

Como ves, cuando te sientes cansado y sin ganas, analiza con sinceridad cual de estas “tres patas” está débil y seguramente descubrirás que alguna de ellas o está más corta o falta. Todo es cuestión de que te lo sepas plantear sin miedo, ponerle valor y esforzarte por mantener el equilibrio vital. ¡No falla!

Efectivamente: tres patas tiene el banco.

 

José Luis Castañeda Lerma

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