3. El interprete o defensor del jefe

¿Qué se debe guardar lealtad al jefe? ¡Por supuesto que sí!


A lo que me refiero es a esa persona que normalmente, sobre todo cuando se está en grupo, tiende a adular, a mover la cabeza continuamente en señal de aprobación a todo lo que el jefe dice.

Esa persona que cuando alguno disiente con el jefe, toma la palabra para defenderlo o para tratar de suavizar lo que se dice: “lo que mi jefe quiere decir es que…”, “Mi jefe no pretende...”

Los jefes con un poco de sentido común, terminan por sospechar de ellas, más aún cuando tienden a adularlo: “que buena junta jefe..”, “lo que pasa es que va más adelante que todos y no lo entienden…” “que bonita corbata trae hoy” etc.

Se sienten, sin serlo, la eminencia gris de sus departamentos, y no se dan cuenta que se les toma muy poco en serio.

 
4. Sentirse


No hay cosa más improductiva que consolar personas que se sienten por todo. Personas con las que se tiene que cuidar las palabras a usar, para que no se sientan ofendidos.

En el fragor de un día de presión, suelen darse muchos roces entre personas; normalmente son involuntarios.

Cuando hay fortaleza interior, se sabe sobrellevar algunas faltas de cortesía. No se hace de esto una tormenta, no se puede trabajar productivamente con personas que con una debilidad sentimental creen que el mundo está contra ellos y su jefe también.

No quiero fomentar la rudeza del jefe a los empleados, pero si se llegar a dar, tampoco es para que la propia rentabilidad se venga abajo.

Si hay ofensa objetiva, tener la valentía de aclararlo con el jefe en su momento oportuno.

Es muy difícil trabajar con personas susceptibles