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Líderes en formación de líderes desde 1992

¿Qué sucede en una empresa cuando los gerentes o supervisores son incompetentes para ejercer su liderazgo?, ¿Y si el jefe es neurótico?, o ¿Si el gerente maneja “agendas” ocultas, buscando su interés antes que el de la  empresa?, o ¿Si es terco y arrogante que se cierra a las preguntas de los demás?, ¿O si es emocionalmente inestable e inmaduro?, ¿O sigue con sus argumentos de que “en la otra empresa funcionaba así?.

Con esas y otras actitudes, ¿podría pensar que el adiestramiento técnico es la solución para manejar este tipo de situaciones?. Sería como invertir en siembra  de fresas en el desierto. Los problemas de actitud no se resuelven con cursos técnicos y sin embargo son los que más abundan dentro de las empresas.

¿Qué es primero lo técnico o lo formativo?

Enseñarle, por ejemplo, las 5’s a un gerente arrogante al que se le está yendo continuamente la gente por presiones indebidas, ¿contribuiría a mejorar la empresa?, ¿O ayudaría más  poner los medios y  horizontes para que cambiara su actitud de arrogancia?.

Continuamente nos encontramos en nuestros presupuestos con inversiones en seminarios y cursos “técnicos” y los justificamos por que son más tangibles. Por otro lado en los seminarios formativos no se ven los resultados de una manera patente, y sin embargo son los más eficaces en el mediano y largo plazo. Y con algo de sentido común podemos afirmar que las empresas se contemplan siempre en el largo plazo, no se hace una empresa para cerrarla en un mes, siempre suponemos que debe durar toda la vida.

Recordemos que la empresa no es solamente un conjunto de activos fijos, máquinas, herramientas, etc. es eso y un conjunto de personas que le dan vida. Invertir solo en lo aparentemente tangible es descuidar el corazón de la misma empresa.

En períodos como las que estamos viviendo de recesiones, contracciones, crisis, etc. se requiere innovación y esta innovación la producen las personas al cambiar sus estructuras mentales. Son momentos de crecer para adentro.

Cualquier intento de mejora en la empresa que no contemple las percepciones y actitudes personales de los empleados, no está teniendo una visión clara y concisa de su propio futuro. No se pretende  de  ninguna  manera despreciar la formación   técnica del   personal -lejos de eso-. Lo que debemos recordar, porque  es una verdad del tamaño del mundo, que antes que técnico se es persona.

¿Tiene jefes desconfiados que «antes morir que delegar» con el retraso que esto trae consigo?, ¿Gerentes que después de la última junta bajan su rendimiento?, ¿supervisores que siguen afirmando que la gente no se integra?, ¿personas que afirman que las innovaciones no pueden surtir efecto porque se ve afectada su zona de tranquilidad?, ¿Grupos que no terminan por ponerse la camiseta?, ¿rumores que se difunden rápidamente creando intranquilidad?, ¿gente que se dedica a perder el tiempo buscando culpables en lugar de encontrar soluciones?. Todos estos aspectos son de falta de formación personal, son problemas de Factor Humano, quizá el factor más importante de una empresa que por ser poco tangible se le invierte menos. Podríamos afirmar que a estas personas les sobran sentimientos y les faltan razones para ver las cosas desde otra perspectiva.

El eterno paradigma de invertir en cosas tangibles hace que en ocasiones la empresa pierda de vista que sin capital humano, difícilmente crece una empresa.

«Antes de firmar la compra de maquinaria o nuevos procedimientos, me suelo preguntar e investigar si lo obsoleto no es la persona o personas que están detrás de todo, en muchas ocasiones la respuesta es afirmativa» comenta uno de los gerentes generales de una empresa de plaza.

Es normal que se pregunten los líderes de una empresa que capacidades hay que desarrollar para que las cosas funcionen mejor. Quizá sería más eficaz preguntarse que conductas se deberían reforzar o evitar para que su liderazgo, que se ejerce con personas, sea más efectivo.

Si no se procede a resaltar la importancia de la formación del capital humano de la empresa, posiblemente estemos luchando contra “molinos de viento”.

 

 

José Luis Castañeda

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