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Líderes en formación de líderes desde 1992

Perder el foco, sabemos, es ver la realidad borrosa. Lo que permite interpretarla y hacer conjeturas sobre la misma, en ocasiones de una manera disparatada.

Perder foco es conjeturar sobre la realidad y seguramente equivocarnos.

Los gobernantes, a cualquier nivel, han perdido el enfoque en el bien común, y terminan buscando el bien personal o una aventura política que los lleve más arriba. En el peor de los casos terminan buscando el poder por el poder mismo.

Se desenfocan de las necesidades de la comunidad, buscando, muy frecuentemente, sus intereses personales.

El ministro o pastor que olvidan la importancia de que sus fieles se acerquen a Dios y terminan convirtiéndose en administradores de parroquias y templos, más como negocio que como lugares de culto. Han perdido el enfoque de su objetivo.

El gerente o directivo que defiende sus prestaciones o poder y se desenfoca en la realidad del objetivo de su empresa que es hacerla más rentable.

Los dueños de empresas de bienes y servicios que olvidan que sus clientes son la esencia de su negocio y se centran en sus políticas y reglamentos internos dejando el Servicio como algo exigible, pero apoyándolo poco.

El policía que en ocasiones por razones mezquinas, bastante conocidas, deja de ser seguridad para la gente y se convierte en alguien temible.

El padre de familia que se afana por ser un buen servidor de bienes materiales, olvidando la importancia de su presencia en el hogar y de brindar apoyo y cariño a sus hijos y esposa.

Podríamos continuar con ejemplos como los anteriores, pero en realidad lo que se pretende es que nos demos cuenta cómo hemos perdido de vista objetivos y finalidades. La falta de enfoque la encontramos por todas partes.

Recordemos entonces, que cuando se pierde de vista la finalidad de cualquier acción, y se queda entretenido en los medios define lo que es la mediocridad.

Sí, por esto tenemos, políticos, pastores, sacerdotes, empresarios, familias, etc. Mediocres.

El desenfoque lleva a la mediocridad, pero también tiene otra implicación: cuando un dirigente, pierde de vista su objetivo, pierde consecuentemente su liderazgo. Nos encontramos con un México carente de líderes, porque quienes deberían de serlo viven con objetivos y finalidades desenfocadas.

No hay que ir tan lejos, bastaría preguntarnos cada uno de nosotros, si tenemos claro lo que queremos de la vida, si vemos nítidamente nuestros objetivos y finalidades. Si la respuesta es afirmativa la pregunta sería ¿nos mantenemos en el camino para conseguirlo? ¿Nos entretenemos en los medios, es decir somos mediocres?

Cuando un líder, por perder de vista su objetivo, pierde su liderazgo, lo normal es que quienes lo siguen lo intenten enfocar, hacerlo que retome el camino -en ocasiones hasta violentamente-o surge alguien que tome el mando. Sin embargo, los mexicanos tendemos a encogernos de hombros desinteresadamente, quizá escandalizarnos, hacer un poco de burla -memes, Facebook-, comentarlo con los demás… ¡y quedarnos en eso!

Es como si una persona nos pisara, algunos dirían “ya se dará cuenta y quitará el pie”. Otro quizá le comenta al de al lado, “me pisan y ve que gordo está el que lo hace”. Otros quizá más modernos, tomarían una foto con su teléfono celular del pisotón que están sufriendo y lo subirían al “face” pero los más sensatos, le darían un empujón o intentarían sacar el pie de inmediato.

Quienes hacen cabeza, saben que manteniendo adormilados a los seguidores difícilmente reaccionaran de una manera drástica, saben que están también desenfocados. Conocen el viejo refrán “al pueblo pan y circo” y de esta manera evitan cualquier tipo de reproche o reacción efectiva.

En México, los que contamos con cierta edad, nos hemos dado cuenta que hemos tenido situaciones graves a nivel gobierno, de corrupción, de prepotencia, de búsqueda de intereses personales, etc. Que, en cualquier otro país, hubieran tenido reacciones populares intensas.

Quizá, como mexicanos, no sabemos lo que queremos o traemos también un desenfoque de objetivos. Recordemos lo que afirmaba cierto dictador: “un pueblo de ignorantes o desenfocado, es altamente manipulable”

¿No será tiempo de unirnos y decirles a nuestros líderes, del tipo que sean, que estamos comenzando a recuperar el enfoque? ¿Y que si no hay reacción podemos hacerlos reaccionar?

¿Tendríamos las agallas para hacerlo? Todo es cuestión de enfoque.

José Luis Castañeda Lerma

 

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