poder sin autoridadDos vocablos que usamos de una manera indistinta, pero que encierran una diferencia enorme. Inclusive en ocasiones los podemos emplear como sinónimos, pero en esencia guardan una gran diferencia.

Normalmente el poder se confiere, se decreta, se regala. Un gobernante tiene poder porque ha sido elegido por el pueblo. Un gerente tiene autoridad, porque ha sido designado por sus superiores. Un entrenador deportivo tiene poder porque alguien lo ha designado.

Con el poder “se pueden” hacer muchas cosas: los gobernantes dictan leyes y hacen que se apliquen; los gerentes castigan, distribuyen el trabajo, dan permisos, etc.

Inclusive una característica del poder es que este se puede delegar: Cuando el presidente está fuera del país, hay quien pueda tomar decisiones; cuando un gerente se va de vacaciones delega su poder y actividades en otra persona que lo sustituirá temporalmente.

Tienen poder porque alguien les ha dado la facultad o potencia para hacer algo.

La autoridad va por otros derroteros. La Real Academia, en una de sus acepciones sobre este término dice: «Prestigio o crédito que se reconoce a una persona o institución, por su legitimidad o por su calidad y competencia en alguna materia».

Entonces, algunas de estas combinaciones son válidas:

  1. Se puede tener poder y no tener autoridad.
  2. Se puede tener autoridad y no tener poder.
  3. Se puede tener ambas cosas.

Poder sin autoridad: Gobernantes, directores, gerentes, jefes, que han sido elegidos y que su prestigio está deteriorado; en este caso tendrán que utilizar todo el poder que tienen, si es que quieren lograr sus propósitos. En ocasiones utilizarán la fuerza para conseguir sus objetivos; el problema es que algunos de sus colaboradores o gobernados obedecerán y otros no.

En esta situación caen la mayor parte de los gobernantes actuales, tiene poder, pero están severamente desprestigiados. Sus seguidores no hacen caso, a menos que haya imposición; se mofan de ellos a sus espaldas; dan lo mínimo; terminan siendo indiferentes. Su liderazgo es poco eficaz y decadente.

El típico policía, que tiene el poder de llevarte preso, pero que está altamente desprestigiado ante la sociedad. Se le teme, pero no se le respeta.

Autoridad sin poder: personas con un gran prestigio personal o profesional que reconocemos todos. Personajes de la calidad moral de Clouthier, Martin Luther King, Colosio, que tenían gran autoridad, reconocimiento y prestigio y que si hubieran conseguido el poder, se hubieran conseguido grandes logros por este temor a que consiguieran ambas cosas, quizá, fueron tan temidos, que fueron asesinados.

Son, también, algunos candidatos independientes, que apoyándose en ese reconocimiento por parte de la gente a su prestigio personal o profesional, se lanzan a la aventura política. Buen prestigio, pero carentes de poder. Por eso se les teme tanto, ya que podrían llegar a la situación de tener poder y autoridad.

Tener “poder y autoridad” no es otra cosa que convertirse en auténtico líder. Y, efectivamente, carecemos de ellos.

Una nación con buen liderazgo, con líderes que tienen tanto el poder como la autoridad, son países que salen adelante, como Alemania, los países Nórdicos. Uruguay y Chile en su momento, etc.

«El verdadero poder es el Servicio» afirma uno de los grandes líderes actuales como es el papa Francisco. Ya que el servicio, al resolver carencias, genera prestigio, reconocimiento. Una frase que encierra la esencia del liderazgo.

Afirmamos en nuestros seminarios que el poder y la autoridad, son inversamente proporcionales: Cuanto más se necesita usar el poder, es porque la autoridad o prestigio está a la baja. Cuando la autoridad es alta, el ejercicio del poder será mínimo.

Por eso se afirma que: el poder es delegable, la autoridad no.

José Luis Castañeda Lerma