Novedades
Importante:
Te invitamos a conocer nuestra nueva página web, esta diseñada pensando en nuestros clientes. Solamente haz click en www.sicap-instituto.com
Pegado al cunero de un hospital de la localidad me encontré a un ex alumno de nuestra institución. Yo había ido a visitar a un enfermo muy querido para mi. Jorge ni siquiera se dio cuenta de mi presencia, estaba absorto contemplando los recién nacidos que en ese momento eran siete.
Le pregunté cuál era su hijo y lo sorprendí con la pregunta, con entusiasmo me señaló a una niña preciosa y me dijo de manera casi inaudible ¡siete más!. Reconté el número de bebés y supuse que se refería a ellos. Me atreví a preguntar: ¿siete más qué?
Siete más –me contestó con seriedad- que si se descuidan pasarán a formar parte de la gran plaga de mediocridad que nos rodea.
Puedo ser –añadió- un padre más como quizá lo puedas ser tú y como quizá también lo pueden o podrán ser los padres de los seis restantes.
Va pasando la vida y eres un profesionista más, un marido más, un padre más, un gerente más, un hijo más, un estudiante más. Hace falta hacerse violencia para salir de esta mediocridad tan agobiante y tan natural que nos envuelve, que se nos mete como por ósmosis. Ahí tienes a mi hija y aquí tienes mis pensamientos. A mí me gustaría que fuera una persona menos del montón.
No me atreví a hacer ningún comentario, simplemente lo felicité y le desee que efectivamente su hija fuera una menos de las masas.
En el auto me acordé de lo que afirmaba Max de Pree en uno de los libros que escribió sobre liderazgo: “no basta que seas exitoso porque obtienes tus metas, se requieren personas que logren desarrollar todo su potencial posible”. Sin embargo nuestro potencial se detiene por las circunstancias en las que vivimos y le echamos la culpa a éstas.
Soy un –esposo, padre, trabajador, gerente, profesionista etc.- más, porque es difícil destacar, porque requiere esfuerzos que no estamos dispuestos a dar, a final de cuentas el ser uno más de lo que sea nos envuelve en las masas y ahí podemos pasar de una manera anónima, sin que nadie se fije en nosotros.
No es que no se pueda salir del montón, lo que nos hace falta son metas trascendentes que permita hacerlo. Nuestro conocimiento personal es superficial, conformista, aceptamos ser personas “hechas” terminadas etc. Ciframos el éxito en lo material que vamos consiguiendo aunque en esa lucha nos quedemos cada vez más vacíos internamente.
Así decimos por ejemplo: tengo a mis hijos en la mejor escuela, pero son unos más en la misma. Logramos el ascenso a un puesto que hemos deseado toda la vida, pero volvemos a ser uno más en ese puesto.
Nos quejamos de falta de líderes pero no nos preocupamos por ser uno menos del montón, que con nuestra conducta y acciones les podamos echar en cara la comodidad de seguir a la mayoría.
Nos encontramos con personas que no saben seguir sus sueños, dado el caso que los tengan. Con ganas de ir repitiendo sendas ya caminadas y con miedo a descubrir las propias, como todos como la mayoría.
La mayoría dicta lo que se tiene que hacer aunque estos dictados sean en más de una ocasión irracionales. Es importante el reflexionar, detenerse a pensar que es lo que quiero y como me afecta la comodidad para conseguirlo. Merece la pena desadocenarse, resaltar nuestra individualidad en lo que somos y en lo que queremos, en tratar de ser uno menos, de que nos vean luchar una y otra vez, de preocuparnos por servir y encontrar la alegría del servicio.... a menos que quieras ser uno más en todas las actividades que realizas.
José Luis Castañeda Lerma