Esteban tiene un “carácter muy fuerte”; seguramente hemos escuchado alguna afirmación parecida, para describirnos a una persona que se enoja mucho o que grita.
En cambio a una persona afable, comprensiva y amable, se le puede tachar de “débil de carácter”.
Son maneras coloquiales en las que nos equivocamos en nuestras afirmaciones y con mucha frecuencia. Me explico:
La palabra carácter proviene de una etimología griega que significa “sello”. ¿Qué sella el carácter? La vida impulsiva tan propia del ser humano.
Una persona de “carácter fuerte” resulta ser aquella que es capaz de controlar su temperamento, que sabe dominar sus impulsos e instintos primarios. Por el contrario el término de “carácter débil” es aplicable correctamente a las personas que se dejan llevar por sus impulsos.
El “machismo mexicano” refleja debilidad, que se confundía –porque ya es un término en desuso- con aquellas personas que rayaban en la temeridad o bien eran mujeriegos incapaces de mantener una relación única y comprometida.
El carácter se forja, no es innato, esto es, no se nace con él. Se debe tener la intención de adquirirlo o de otra manera se es manejado por los demás y lo peor de todo, por las circunstancias.
Curiosamente la forja del carácter se basa en renuncia. Renunciar a todo aquello que es nocivo para la madurez de la propia persona. Curiosamente se basa en renuncias pequeñas –como siempre- que van fortaleciendo (sellando) nuestra forma de ser.
Mira, te dejo estas reflexiones que hace Josemaría Escrivá en su libro “Camino” para entender un poco mejor este asunto del carácter, los números de la izquierda son los puntos del libro:
4.- No digas: "Es mi genio así..., son cosas de mi carácter". Son cosas de tu falta de carácter: Sé varón -"esto vir".
10.- No reprendas cuando sientes la indignación por la falta cometida. —Espera al día siguiente, o más tiempo aún. —Y después, tranquilo y purificada la intención, no dejes de reprender. —Vas a conseguir más con una palabra afectuosa que con tres horas de pelea. —Modera tu genio.
17. No caigas en esa enfermedad del carácter que tiene por síntomas la falta de fijeza para todo, la ligereza en el obrar y en el decir, el atolondramiento...: la frivolidad en una palabra.
Y la frivolidad -no lo olvides- que te hace tener esos planes cada día tan vacíos ("tan llenos de vacío), si no reacciona a tiempo -no mañana: ¡ahora!-,hará de tu vida un pelele muerto e inútil.
18.- Te empeñas en ser mundano, frívolo y atolondrado porque eres cobarde. ¿Qué es sino cobardía, ese no querer enfrentarte contigo mismo?
42. ¿Por qué esas variaciones de carácter? ¿Cuándo fijarás tu voluntad en algo? -Deja ya tu afición por las primeras piedras y pon la última en uno solo de tus proyectos.
43. No me seas tan... susceptible. —Te hieres por cualquier cosa. —Se hace necesario medir las palabras para hablar contigo del asunto más insignificante.
No te molestes si te digo que eres... insoportable. —Mientras no te corrijas, nunca serás útil.
Yo, poco puedo añadir a esta lista de exigencias y renuncias...
Sícap/lc