Ahí estaba, mirando al infinito. Buscando respuestas sin ningún orden. Su lenguaje corporal denotaba tristeza y un poco de melancolía. Me le acerqué, me sentía apenado por esa persona que no pasaba de los veintiséis años, su vestimenta era de buen gusto, pero sin ostentaciones. No le conocía, pero sentía curiosidad por su aparente pena. Me armé de optimismo para preguntar que le sucedía.
No hubo rechazo, percibí un rayo esperanzador y fugaz en su mirada “Creo que he fracasado, me acaban de despedir” Notó la amplia sonrisa que esbocé y un poco molesto me preguntó de que me reía. Afirmé rotundamente, “a tu edad y creo que a ninguna, se puede hablar de fracaso” continué “puede hablarse de metas no logradas o de obstáculos no superados, pero de fracaso nunca”, se animó un poco, hubo un momento de silencio.
Comenzó a relajarse solo un poco y me contó que era ingeniero, que tenía ilusiones de crecimiento en su planta, que había cometido un error serio, que fue negligente y que ahora lo echaban. Recién casado y con un hijo y otro en camino.
Otro silencio. Continué preguntando “¿Qué te gusta hacer? –me miró asombrado. Quizá esperando otro tipo de respuesta. “Soy muy analítico y me gusta mi carrera. Me gusta la electrónica y quería llegar a Ingeniero Senior en esta planta” “Buen resumen”, me atreví a comentar, ¿serías exitoso si lo hubieras logrado? Un rotundo sí fue la respuesta.
“El éxito no es estático es dinámico, no se puede decir ya soy exitoso por conseguir una meta, de hecho cuando consigues algo, inmediatamente quieres ir por más” Hice silencio tratando de que le calaran mis palabras.
“Yo creo –me dijo- que éxito es conseguir algo que te propusiste”, respondí, “entonces haces al éxito estático” como si fuera un destino”. “Lo que si quiero que te quede claro es que el éxito siempre está en el futuro eso lo dinamiza, por eso me de un poco de pena verte contemplando el pasado. El pasado se acabó hace un segundo. El futuro se te presenta como si fuera una libreta nueva: lleno de páginas para que escribas lo que quieras” sonrió.
“Solo se fracasa cuando no tienes nada programado para el futuro, cuando te dejas llevar cada mañana por la rutina, cuando no te atreves a soñar y a desear algo que valga la pena. Cuando al final del día, no tienes idea si te acercaste o no a tus deseos y sueños, porque ni deseas ni sueñas” vi. que se animaba un poco, lo que me ayudó a continuar.
“Desear ser ingeniero senior de esta planta fue bueno, pero está en el pasado, ahora mírate con todas tus cualidades y habilidades y proyéctate con eso hacia el futuro. Eres analítico, seguramente que podrás hacerlo”
Por lo bajo me dijo “el secreto de una vida exitosa es encontrar que debemos hacer y luego hacerlo” me sonó conocido, me aclaró que era una frase de Henry Ford. “¡pues ahí está! Por lo pronto date cuenta que si te acaban de despedir, lo que te toca ahora es “encontrar que es lo que debes hacer y luego hacerlo” Se animó más.
“La verdad es que…” se inhibió un poco. “Siempre he soñado tener un taller de reparación de electrónica, pero no he tenido dinero para independizarme” “En eso puede estar el dinamismo de tu éxito, quizá se vea lejano, pero está en el futuro, ahora habría que poner metas para conseguirlo, puede ser que este despido te quite un poco de arrutinamiento y te de tiempo de pensar mejor en lo que realmente sueñas me contestó: “es motivante” respondí de inmediato “es razonable”.
Me levanté, se me hacía tarde. Lo vi. animado y me sentí contento. Me despedí, nunca intercambiamos nombres.
Pasó tiempo. Un día se me descompuso mi video cámara y me dijeron de un taller muy bueno por el rumbo. Ahí estaba, nos reconocimos, el me recordó parte de esa charla que tuvimos cuando salía de dar un curso y me comentó: “todos los días me levanto lleno de entusiasmo, con ganas de llegar a mi taller, de ser servicial, animado. Este taller ya está dando sus frutos. Convertí el éxito en dinamismo”
José Luis Castañeda Lerma
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