Vamos a ver: ¿sigue usted pensando que para que una empresa mejore basta con que mejoren sus sistemas, maquinarias o que se escriba un memorando para que las cosas funcionen?, ¿Se sigue quebrando la cabeza porque sus inversiones, bien hechas por supuesto, no dan los frutos que deben de dar?, ¿cansado también de oír las mismas razones para justificar el índice de rotación?
Carlos maneja en su empresa una de las máquinas por las que pasa el 70 por ciento de la producción. En situaciones normales le ayudan 12 personas y la opinión que tienen de él es de déspota. En algunas ocasiones su personal se ha ido a la hora de salida en punto a pesar de que por procedimiento deben quedarse a limpiar su área de trabajo. A pesar de que en ocasiones se ofrece trabajar tiempo extra, la gente prefiere no ir a menos que sea muy necesario el hacerlo. La productividad de este grupo es plana, no crece ni decrece es estable. Sin embargo, las veces que Carlos ha tenido que faltar las cosas cambian, hay una mejor integración y otro ambiente en el área.
La empresa suele invertir en cursos gerenciales y han invertido una buena cantidad de dinero en la modernización de dicha línea. Sin embargo los resultados siguen siendo estables a pesar de la inversión, lo único que se ve como posible ahorro, después de la modernización es el prescindir de una persona. Carlos ha sido apabullante en sus argumentos para incrementar la productividad que sabe que tienen que ver con las actitudes de su personal, incluso ha soltado la noticia de que alguien tendrá que irse, sin embargo las cosas siguen igual. Ha optado por hablar con Recursos Humanos para hacerle saber que las actitudes de sus empleados no mejoran.
Segura y acertadamente se habrá dado cuenta con su capacidad de análisis que el problema no son ni las máquinas ni el procedimiento, sino una simple actitud del líder que se conoce como despotismo. Seguramente pensará que lo que se debe hacer con el es hablar y decírselo y que las cosas mejorarán y posiblemente sea así. Lo interesante es darnos cuenta que a Carlos le sigue faltando “mantenimiento”, que el problema de la empresa no es ni de maquinarias y equipo si no de factor humano.
¿Tiene jefes desconfiados que «antes morir que delegar» con el retraso que esto trae consigo?, ¿Gerentes que después de la última junta bajan su rendimiento?, ¿supervisores que siguen afirmando que la gente no se integra?, ¿personas que afirman que las innovaciones no pueden surtir efecto porque se ve afectada su zona de tranquilidad?, ¿Grupos que no terminan por ponerse la camiseta?, ¿rumores que se difunden rápidamente creando intranquilidad?, ¿gente que se dedica a perder el tiempo buscando culpables en lugar de encontrar soluciones?. Todos estos aspectos son de falta de formación personal, son problemas de Factor Humano, quizá el factor más importante de una empresa que por ser poco tangible se le invierte menos. Podríamos afirmar que a estas personas les sobran sentimientos y les faltan razones para ver las cosas desde otra perspectiva.
El eterno paradigma de invertir en cosas tangibles hace que en ocasiones la empresa pierda de vista que sin capital humano, difícilmente crece una empresa.
«Antes de firmar la compra de maquinaria o nuevos procedimientos, me suelo preguntar e investigar si lo obsoleto no es la persona o personas que están detrás de todo, en muchas ocasiones la respuesta es afirmativa» comenta uno de los gerentes generales de una empresa de plaza.
Si no se procede a resaltar la importancia de la formación del capital humano de la empresa, posiblemente estemos luchando contra “molinos de viento”.
José Luís Castañeda Lerma
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