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Líderes en formación de líderes desde 1992

La primera vez que oí este término fue en una exposición a la que habíamos sido invitados por los estudiantes de la maestría de Administración del ITT. En un principio me causó gracia por la circunstancia en que se usó, pero es un término que tiene mucho de profundidad y que encierra una idea que me rondaba en la cabeza.

El terrorismo definido como “dominio por el temor o sucesión de actos de violencia ejecutados para infundir temor” no incluye exclusivamente a las guerrillas o a los miembros de ETA o Al Quaeda, es aplicable a cualquier persona que utiliza el temor como herramienta para lograr un objetivo, por lo que se puede utilizar en una amplia gama de actividades.

La empresa no queda excluida de la posibilidad de que se de el terrorismo, por lo menos psicológico (que es menos notorio), dentro de sus dominios. En una compañía, a nivel nacional, con sede de directivos en la ciudad de México, se infiltraron empleados con el fin de analizar las conductas de los gerentes, se presentaban personas para puestos ejecutivos, que eran psicólogos, para analizar a los altos funcionarios bajo la candidez de “entrevista a esta persona” y el entrevistador terminaba siendo analizado. Se soltaba el bulo de vamos a correr gente, para que aquéllos que sentían cierta inseguridad fueran apareciendo y terminaran por ser despedidos. Se les pedía a los vigilantes nocturnos que abrieran los cajones de los ejecutivos “para encontrar algo comprometedor”. La empresa se paralizó por un tiempo, el origen Terrorismo Jerárquico.

Por supuesto que todo esto formaba parte de una fusión, y los elementos para infundir temor eran muy evidentes y extremos. En la actualidad en algunas empresas, esto se presenta de una manera muy sutil. Reglas que se sacan de la manga, cambio de directrices sin previo aviso, rumores que se quiere que lleguen a alguien, decisiones tomadas por medio de chismes.

El poder enloquece cuando no recae en una persona madura y el afán de dominio, a falta de prestigio profesional, se efectúa violentando a las personas. La Real Academia de la Lengua Española define violencia como “acción violenta o contra el natural modo de proceder” los famosos “Aquí se hace como yo digo”, “Aquí está usted para actuar no para pensar”, “no me venga con ideas estúpidas”, los regaños en público, las amenazas, los gritos destemplados, el robo de ideas, el acoso sexual, el “usted es culpable mientras no se demuestre lo contrario” el esconder información o darla parcialmente, el desconcierto que se causa con los cambios violentos en las decisiones, el originar cualquier tipo de rumor etc. Son terrorismo y como casi todo se refiere a acciones que ejercen las personas que ostentan poder, es sin dudad alguna, jerárquico.

La mayor parte de las acciones nominadas en el párrafo anterior, que son muchas pero no se agotan, generan en el colaborador temor, que reduce –aunque no es medible- su capacidad de trabajo, su productividad y su eficacia. La alta dirección, cuando no se “asoma” hacía abajo, termina por no entender lo que sucede y comienza la búsqueda de sistemas productivos y pocas veces se buscan las actitudes improductivas en los mandos medios.

Cuando hay reglas confusas, también se genera el temor a ser despedido, que algunos gerentes, por su propia inseguridad les fascina usarlo y tienen a sus colaboradores con la espada sobre sus cabezas, sin reglas claras que permitan caminar de manera segura.

El poder que se brinda a todo jefe en una empresa tiene dos posibles variantes: usarlo para dominar, o para servir. El primero genera “dictadores” que utilizando el temor tratan de conseguir sus objetivos, generan rotación, posiblemente consigan rentabilidad, pero no la óptima. Si nos vamos a la historia ahí se encuadra a Hitler, Castro, Stalin, Calígula, que bajo el terror y la mentira sometían y someten a su gente, misma que al sentirse con un poco de libertad terminan por abandonarlos.

Por otra parte se encuentran las personas que utilizan el poder que se les brinda para servir a sus seguidores y entonces se convierte en verdadero liderazgo, porque en ese servicio se resuelven carencias de todo tipo y esto genera libertad y admiración.

El problema del terrorismo jerárquico no está tan lejos de nosotros. ¿A cuántas personas conoces en tu empresa que lo ejercen? Por eso es tan importante que en las evaluaciones no solo aparezcan si los objetivos se consiguen o no, en el cómo se consiguen se puede ver y determinar que esas personas pudieron ser más rentables, si tuvieran las actitudes requeridas como personas.

No se trata que se comience a pensar quien o quienes ejercen este terrorismo en la empresa, ni hacer forwards anónimos. Es necesario que pensemos en cada uno de nosotros y analicemos si no existe un terrorista de empresa dentro de cada uno.

Por José Luis Castañeda Lerma

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