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Líderes en formación de líderes desde 1992

Te lo digo con toda honestidad, ¡que trabajo me ha dado seguir los objetivos que me propuse para el día de hoy! Ya llevo algunas cosas hechas y lo que seguía era escribir este boletín. Al pensar en el título, no me quedó más remedio que permanecer sentado en mi escritorio y continuar con las cosas que aparecen en mi lista.

Llevamos muy pocos días de este año; seguramente, como acostumbra mucha gente, el 31 de diciembre estabas mentalizándote en tus propósitos y el día primero del año te levantaste con gran entusiasmo a ponerlos en práctica. Seguramente te rehusaste a comer el recalentado, porque este año ¡sí que voy a bajar de peso! A lo mejor te saliste a caminar, porque los gimnasios no abrieron ese día y uno de tus propósitos era acondicionarte físicamente. A lo mejor tomaste ese libro que ahora si piensas terminar, y leíste un par de páginas. En fin, propósitos sobran.

Bien, y ¿cómo van ahora que hemos pasado los primeros quince días de este año?, bueno, seguramente ya te diste cuenta que quizá no eran tan importantes y quizá que los retomarás en un par de días o la semana que entra. ¡Los tienes bien claros! ¿O no?

No es solo cuestión de metas, es cuestión de constancia y de metas de valor para ti. Está muy claro lo que quieres, el problema es dar un paso cada día para conseguirlo.

Cuando se habla de constancia, me viene a la imaginación las gotas de agua que a fuerza de caer en el mismo sitio en una piedra sólida, comienzan por dejar su huella y en ocasiones partirla. Quizá es una imagen muy propia para entender la constancia. No se rompe la roca con una sola gota, que en sí misma es nada. Se rompe a fuerza de incidir el agua una y otra vez en el mismo punto.

La constancia es aproximarse a lo que queremos, a eso que sabemos que vale la pena. Si es un buen objetivo o meta, sabes que no se logrará con una sola acción, habrá que dar muchos pasos hasta llegar ahí.

Siguiendo con el símil anterior, no importa el tamaño de los pasos, importa que se den. Algunas veces será una pequeñez, otras algo más “heroico”, pero sin dejar de caminar. Me gustaría recordarte el punto 823 del libro de Camino: “¿Has visto como levantaron aquel edificio de grandeza imponente? –Un ladrillo, y otro. Miles. Pero, uno a uno. –Y sacos de cemento, uno a uno. Y sillares, que suponen poco, ante la mole del conjunto. – Y trozos de hierro.-Y obreros que trabajan día a día, las mismas horas… ¿Viste como alzaron aquel edificio de grandeza imponente?...-¡A fuerza de cosas pequeñas!”

Hay que entender que la constancia requiere de esos pasos pequeños de los que los que se habla más arriba; intentar pasos “grandes” puede ser desanimante, porque te encontrarás que son difíciles. ¡uno a uno! y teniendo en mente aquello que quieres ¡Porque tiene valor!

Si a estas alturas del año te encuentras desanimado porque fallaste en tus propósitos, te transcribo un pensamiento anónimo que puede ayudar al contemplar las fallas.

Fallar

Fallar no significa que tú seas una falla, significa que todavía no alcanzas lo que te propones; No quiere decir que seas inferior, significa que no eres perfecto; NO quiere decir que hayas desperdiciado tu vida, significa que tienes que recomenzar con más frescura.

No quiere decir que te tengas que rendir, significa que tienes que tratar más arduamente; No quiere decir que nunca lo vas a lograr, significa que te llevará más tiempo; No quiere decir que te estés haciendo tonto, significa que tienes mucha fe; No quiere decir que seas un desgraciado, significa que le estabas poniendo voluntad para seguir tratando; No quiere decir no termines  nada, significa que has aprendido algo

Recuerda que ¡hasta los simios se caen de los árboles!

                                            José Luis Castañeda Lerma

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