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Líderes en formación de líderes desde 1992

¡Nada hay más difícil de hacer que un grupo de personas quieran lo mismo!

De esto te das cuenta todos los días con el personal que trabaja bajo tu responsabilidad. Hay algunos que con un entusiasmo impresionante logran lo que les propones y otros que se lo toman más a la ligera y que van sacando su trabajo poco a poco; los hay también, que ni siquiera lo intentan y que “flotan” a lo largo del día aparentando hacerlo.

La primera respuesta que seguramente se te vendrá a la mente es que el liderazgo está fallando y en buena parte es verdad.

En el fondo existe también un desconocimiento de lo que es la persona y los mecanismos que la mueven, esto lo vamos pretendiendo resolver de acuerdo a nuestra experiencia personal. Me explico: hay ocasiones que se llega al trabajo con un gran entusiasmo y con ganas de hacer que toda la gente vibre al unísono. Pensando que esas ganas que traes las deben traer los demás y no comprendes cómo es que algunos no lo hacen.

Hay que recordar que cada persona es única y que trae a la empresa su propia biografía. En ese ser único, cuenta su temperamento y carácter y esto hace que no se acompasen a tu estado de ánimo.

También es bueno tomar en cuenta que “lo que te motiva a ti, no necesariamente motiva a los demás”, no es para desanimarse saber lo anterior, por el contrario.

Dirigir personal se asemeja a la dirección de orquesta: la partitura son tus objetivos, y lo que te corresponde a ti como jefe, es procurar que cada quien toque la misma melodía al mismo ritmo que les vas marcando.

Al igual que el director de orquesta, no se debe abandonar la dirección, cada uno deberá hacer lo suyo. Si has visto dirigir orquestas, el director aparentemente no hace nada, sin embargo le pone el “sabor y pasión “a la orquesta”. En ocasiones con una señal que pasa inadvertida, les manda mensajes a los músicos, quizá para que bajen el volumen de su instrumento o para que se acompasen. Nunca se baja del pódium, si lo hiciera la melodía se volvería un caos.

Lo mismo sucede en las empresas, hay que sabe dirigir sin necesidad de sustituir el esfuerzo de nadie. Para esto se requieren herramientas para conocer a las personas –a cada una- para que den lo mejor de sí.

No se nace sabiendo dirigir a las personas, pero es necesario formalizar el aprendizaje para hacerlo bien. No puedes forzar a una persona a que haga las cosas por medio de amenazas o chantajes o presión que algunas no resisten: esto es manipular.

Manipular, es pretender que las personas hagan lo que se les pide, tratándolos como objetos, como seres que no razonan y que deben doblegar su personalísima voluntad a las órdenes de un jefe.

En este manipular, se suele utilizar el amedrentarlos, chantajearlos sentimentalmente, quizá amenazándoles. Se pueden obtener resultados, pero nunca los más eficaces. Quizá recuerdes una situación en la que te hayan pedido algo por medio de amenazas, quizá lo hiciste, pero con un resentimiento que impedía que dieras lo mejor de ti en tiempo y forma.

Dirigir es convencer, es hacer razonable lo que pedimos, ya sea porque lo es en sí mismo o porque se tiene la confianza del equipo en su líder. Esta confianza hará que las cosas sucedan, porque justamente esa confianza que se le tiene al jefe o líder, hace que el grupo actúe en ocasiones sin entender el por qué de las cosas, simplemente basándose en la fe que se le tiene a quien dirige del que saben que todo lo que hace difícilmente perjudicaría a ninguno.

Saber dirigir personal, implica el ser razonables. Al ser humano se le llega por la razón. Implica también tener mucho prestigio personal y profesional, quizá esto haga que dirigir no sea tan sencillo.

¿Te gusta ser manejado, manipulado? No estamos hechos para “manejar personal” sino para dirigirlo.

Si te interesa este tema inscríbete en nuestro curso de Dirección de Personal.

José Luis Castañeda Lerma