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- No creo que sea necesario presentar los detalles operativos, creo que bastará mostrar los resultados generales- Comentó Luciano a Manuel su colaborador.

- Tienes razón jefe, si presentamos a detalle nos prestaremos a que haya injerencia  en aspectos sencillos y de fácil solución. Entonces presentamos el plan A, de forma general. De cualquier manera llevaré a la junta la presentación B, como apoyo.

- Está bien, en eso quedamos.

Tres días después, Luciano salió molesto de la junta, bastante molesto. A pesar de lo acordado, Manuel presentó la opción B; efectivamente todas las áreas quisieron intervenir y se perdió la visión general que pretendía que conocieran para encontrar soluciones de fondo a la operación de su departamento. Cuando le preguntó a Manuel por qué había hecho eso, la respuesta fue: «supuse que era mejor así y que no iba a salir tan mal, ¿me disculpas?»

Ante la llamada de atención que le hizo Carlos a Luciano, después de ver el plan B, éste último tuvo que aclararle a su jefe cuál había sido el error. Carlos entendió,  pero le dijo: «Todo jefe es responsable de lo que sucede en su área. A ver si logras que tu gente te obedezca»

La palabra obedecer, le sacudió un poco a Luciano. Se le hacía demasiado fuerte que se usara en una empresa. Se fue a consultar en el diccionario el significado exacto del verbo y encontró como primera acepción “cumplir la voluntad de quien manda”.

Se quedó pensando en la definición, y poco a se fue dando cuenta de la importancia que tiene el saber obedecer en una empresa. Algunas de sus conclusiones fueron:

  1. Las empresas no son democráticas, son jerárquicas. Por lo tanto las decisiones que tome, no tienen que estar sujetas a mayoría de votos, aunque sí debo tomar en cuenta las diferentes opiniones.
  2. Si las cosas salen mal, no puedo culpar a mis colaboradores, soy responsable de mi área ante la dirección.
  3. Si una persona no hace lo acordado está desobedeciendo y eso es grave, porque llevaría a mi departamento y -de una manera u otra-  a la misma empresa a la anarquía.
  4. A final de cuentas la palabra obedecer tiene su raíz latina en el vocablo latino “audire” que significa escuchar. Y a pesar de que me moleste un poco, quien no obedece, en el fondo es porque no sabe escuchar lo que se le dice, de tal manera que lo razone y que libremente escoja lo que se le pide.
  5. Es razonable, entonces, el refrán que afirma que “quien no sabe obedecer, no sabe mandar” porque al final de cuentas el que manda debe de escuchar las diferentes opiniones antes de decir lo que se debe hacer –mandar-, si no lo aprende cuando le toca obedecer –escuchar- difícilmente lo conseguirá cuando ejerza el poder.

Hasta aquí las reflexiones de Luciano.

Que razonable es este último párrafo, y que difícil entenderlo. Un jefe, en el nivel que sea, es responsable ante la dirección de las decisiones que se tomen en su área. A la empresa no le importa cómo se tomen, le importa que sean aceptables y rentables. Si se busca mayoría de votos, para una decisión, lo que surja será siempre responsabilidad del jefe.

Por eso, en el momento de llevarlas a la práctica es necesario que se escuche lo que se dice, se opine, y a final de cuentas que se lleva a cabo lo acordado. Esto es obedecer.

¿Qué la palabra suena fuerte? En realidad recordemos que significa escuchar.

¿Qué  porque suena fuerte, no quieres usarla con tu empleados? ¡Entonces no mandes!, Pero recuerda que hay un binomio inseparable, aunque no nos guste, y es este: mandar-obedecer. Sin el obedecer el verbo mandar queda en el vacío.

En la empresa se debe obedecer, si lo que mandan es poco razonable, hay que hacer oír tu opinión; y si a pesar de eso nos piden que se haga algo, hay que hacerlo –no olvidemos que la empresa es jerárquica- porque el que manda a final de cuentas será el responsable de lo que decida. Quizá de ahí surge el otro refrán, que se relaciona con lo anterior: “el que obedece, nunca se equivoca”.

José Luis Castañeda Lerma

 

 

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