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Líderes en formación de líderes desde 1992

No es nada raro encontrarse con jefes que están muy interesados en que sus colaboradores trabajen en equipo, hay inversión en cursos y técnicas sobre este tema; sin embargo terminan -en ocasiones- por ser infructuosos estos esfuerzos de la empresa.

Suele pasar que el jefe que pretende que sus colaboradores se integren en un verdadero equipo sea el primero que pone obstáculos para que esto suceda. Afirmamos que para que un equipo funcione como tal, debe tener un jefe maduro. Recordemos los grupos que formábamos de manera natural en nuestra infancia, solíamos nombrar capitán del equipo a aquella persona que tenia el prestigio adecuado para el deporte que tratábamos de practicar; de una manera natural nos uníamos en torno a él para conseguir nuestros intereses comunes.

Hemos destacada la palabra prestigio, porque éste es necesario para que funcione un equipo. Prestigio, de acuerdo al Dr. Llano, es el conjunto de cualidades de nuestra persona -virtudes, madurez- y no los éxitos de nuestras acciones. Una persona puede pasar por encima de su grupo, menospreciando la dignidad de sus integrantes y conseguir algún objetivo, a este éxito algunos le llaman prestigio, sin embargo no lo es.

El grupo se integrará naturalmente cuando descubren intereses comunes al equipo, no intereses impuestos. Cuando un jefe hace apetecible, con su manera de ser –prestigio nuevamente-  conseguir las metas u objetivos de la empresa, el grupo termina por integrarse a la meta común.

Dentro de esas cualidades que se le piden al jefe para que integre y se integre con su grupo está la virtud de la confianza que comprende, según Arthur D. Little, tres valores anexos: credibilidad, imparcialidad y respeto. Si el jefe propone una meta a la cual llegar, se hace indispensable la credibilidad en el jefe, para que el grupo se mueva hacia lo propuesto. Una persona que habla de servir a los demás y lo que hace es servirse de los demás, lo único que consigue es incredulidad ante lo que propone, el grupo se preguntará «si el servicio fuera importante nuestro jefe lo viviría».

La cohesión de un grupo es muy frágil cuando se es parcial hacia personas del equipo, ya sea restándoles esfuerzos o solapando errores en el trabajo, la exigencia debe ser pareja y comprensible, por lo que los intereses comunes comienzan a deteriorarse.

Respeto, significa aceptación. Las personas que conforman un equipo, pueden llegar a tener un denominador común, pero el numerador es variadísimo, por lo que un jefe debe entender que el modo de ser de las personas es muy diverso y que hay que respetar la unicidad de cada miembro del equipo, esto es comprender.

Pareciera ser que el éxito o fracaso del trabajo en equipo depende de la madurez o inmadurez de la persona que lo ejerce, y nos atrevemos a afirmar que así es.

Antes de invertir en capacitación para equipos, ¿por qué no invertimos en formación para los que los dirigen?, puede costar menos y reditúa muchísimo más.

 

José Luís Castañeda Lerma