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Escenario uno:

Andrés e Irma se encuentran a punto de pagar en la caja de una tienda de artículos para el hogar.

Andrés le dice a Irma:

- Paga con la tarjeta.

- ¿Cuál tarjeta?

- La que usamos para este tipo de compras

Irma un poco azorada, comienza a simular que busca la tarjeta en su bolso, después de un momento le comenta a su marido:

- No la traje, pero es que no me dijiste que la íbamos a usar.

- A ver, sabías que veníamos a hacer esta compra, y sabes que usamos esa tarjeta porque permite los pagos diferidos

- Pero no me dijiste que la trajera y no la traje

- Es que debes suponer que, si íbamos a hacer esto, deberías haberla traído -comentó Andrés comenzando a molestarse.

- Pues no la traje, contestó muy seria Irma.

Escenario dos

Jorge y Enrique se encuentran en la oficina de este último cerca de la hora de salida

- De acuerdo Enrique, no llegamos a los números que queríamos, pero si te diste cuenta de esto desde mediodía, ¿Cómo es que me lo dices hasta ahora?

- Yo supuse que ya sabías, nos faltaba material y te comenté desde temprano y no dijiste nada, supuse que lo ibas a pedir

- No te dije nada, porque sabías lo importante que era este lote, conociendo tu iniciativa, creí que lo harías tu. ¡en menudo lío nos hemos metido!

En ambos escenarios hay un problema de comunicación, ¡de acuerdo! Se le conoce como contexto de obviedad y afirma que normalmente en ciertas situaciones nos manejamos con un 40% de información y un 60% de…Supuestos.

Damos por hecho, en ocasiones, que nuestro interlocutor esta en la misma sintonía con nosotros al cien por ciento y que seguramente debe conocer aquello que no decimos. ¡Grave error!

Lo peor de este asunto es que el interlocutor terminará por llenar con supuestos todo aquello que no se le diga de una manera explícita y estos supuestos, en la mayoría de las ocasiones, no será aquello que se requiere o espere.

Afirma Jack Trout: “lo que es obvio para ti, no necesariamente es obvio para los demás”, por ejemplo cuando nos dirigimos a nuestros colaboradores con términos técnicos, dando por hecho que los conocen.

Si el contexto de obviedad, se maneja, como afirmabamos anteriormente con un 40% de información, debemos ser conscientes que más vale redundar en la información y no dar por hecho nada para subir poco a poco ese porcentaje. Debemos ser conscientes de esto y procurar incrementar la información.

En ocasiones, una forma práctica es pedirle al interlocutor que nos repita lo que queremos y preguntar que es lo que le toca hacer, ahí podremos darnos cuenta de cuántas cosas estábamos dando por obvias.

Otra manera de conseguir subir el porcentaje de información será el uso de correos electrónicos, mismos que debemos revisar antes de enviarlos y no preocuparse si se es redundante en la información que se envía.

Agotar toda la información que se le deba de dar a los interlocutores, parece tarea ardua y en ocasiones difícil, pero es una manera de lograr eficacia, evita malentendidos, sorpresas y sobre todo excusas.

Se debe ser mas consciente en la información que brindamos, pero debemos estar seguros que entre menos supuestos, mejores resultados.

José Luis Castañeda Lerma