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Líderes en formación de líderes desde 1992

Es normal, cuando vemos a gente triunfadora, admirarla y de alguna manera se nos apetecen sus triunfos. En cierta forma nos gustaría estar en el podio de los vencedores oyendo el Himno Nacional y ondear nuestra bandera. O quizá se sienta cierta envidia al ver el progreso de la “gente de al lado” en nuestra empresa.

Vemos sus triunfos y pareciera que es algo sencillo. Por ejemplo, en las olimpíadas, vimos triunfar a nuestros compatriotas -quizá alguno de ellos desconocido-, que hace aparentar que los triunfos son repentinos. Pero detrás de ellos esta una vida llena de determinación de coraje, de esfuerzo cotidiano y ¿por qué no? de sinsabores.

Detrás de cada triunfador hay tres factores, básicos, que normalmente no tenemos en cuenta: Una meta bien trazada y realista, una determinación para conseguirla, y mucho vencimiento en detalles aparentemente sin importancia pero que forjan el triunfo.

Ningún corredor de fondo, se levanta de la noche a la mañana y gana una carrera. Detrás de un logro vienen un sin número de cosas aparentemente insignificantes que van entretejiendo sus resultados.

No comer determinados alimentos, para cuidar el peso. Dormirse a hora fija, correr cada día más distancia en menos tiempo. Soportar el frío o el calor. Entrenamientos cotidianos que tomados en lo individual parecen insignificantes. Algunas “fiestecitas” a las que se debe renunciar. Levantarse temprano. Automotivarse. Los “amigos” que no logran entender por que se hace lo que se hace, etc.

Cada uno de los aspectos mencionados pierden importancia si se toma uno por uno, pero en su conjunto dan el triunfo. Podríamos decir que alguno de ellos son pequeñeces y que cualquiera podría hacerlos.

Alrededor del ámbito en el que nos movemos, -trabajo, familia etc.- el lograr lo que queremos está basado en un cúmulo de insignificancias, que en ocasiones despreciamos por perder de vista lo importante que se pueden tornar. Ejemplos: cuidar la ortografía de un escrito. Terminar con perfección un trabajo que nos parece pesado. Sobreponernos al hambre, al frío, al calor, al malhumor del jefe, a los chistes del pesado de al lado. Cumplir con un horario. Las contrariedades de la jornada. Sonreír a nuestros colaboradores. Trabajar hasta el último minuto etc., etc. Recordemos que “la última vuelta de un tornillo es la más difícil de dar, pero es la que sostiene todo”.

¡Cuando se nos presenten las proezas grandes verán de que temple estamos hechos!, y efectivamente cuando se presenten conocerán los demás que tenemos una larga lista de pretextos para justificar nuestro fracaso, además de una lista de culpables a quienes atribuirles nuestra falta de constancia y determinación.

Detrás de todo triunfo hay una larga historia de prosaicas cotidianeidades que solo los que se determinan logran entender, que son los pasos que se deben dar sin restarles importancia, porque todo triunfo tiene un entramado de detalles pequeños que en ocasiones solamente los magnánimos logran descubrir. J. Escrivá afirma que «No pudiste vencer en las cosas grandes, porque no quisiste vencer en las cosas pequeñas».

José Luis Castañeda Lerma

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