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Líderes en formación de líderes desde 1992

Recuerdo los esfuerzos de mi profesor de Microeconomía por facilitarnos el aprendizaje: “Si hubiera una tienda que tuviera miles de carros y solo dos personas quisieran comprar, el precio de los carros se vendría abajo. Si solamente hubiera un carro en el mundo y miles de gentes lo necesitaran comprar, se podría vender a un precio muy elevado; -y concluía- eso es la ley de la oferta y la demanda”

Todo lo anterior sirve para entender que “el escuchar” está muy bien valorado en la actualidad. Hay demasiada demanda y muy poca oferta.

Todos hemos sentido en determinados momentos, la necesidad de ser escuchados; de tener una persona que ponga verdadera atención a lo que queremos contar. Sin embargo en pocas ocasiones encontramos gente que lo sepa hacer y que quiera hacerlo.

Me comentaba un alumno: “Hace un par de semanas, pidió un conocido una cita para hablar conmigo. Me llamó la atención que pidiera cita, pero se lo agradecí y así pudimos ponernos de acuerdo en la hora. Llegó puntualmente. Le invité a sentarse en un lugar confortable de mi casa y comenzó a platicarme una serie de situaciones por las que estaba atravesando”.

“Me dediqué a escucharlo con atención, relajado, preguntando algunas cosas que no me quedaban claras; en más de una ocasión quise interrumpir para hacerle notar que no estaba de acuerdo en algunas cosas, pero decidí esperar a que terminara y estuvo bien, ya que en el transcurso de la conversación, se aclaró todo”

“Se dió un momento de silencio en el que esperaba que continuara con algún otro tema. No lo hubo. Solamente me dijo, “tu ayuda va a ser muy beneficiosa” a lo que le pregunté sonriendo ¿Cuál ayuda? Se quedó pensativo.

“Yo no he hecho nada, le dije. Lo que pasa –me contestó- es que creo que aclaré o acomodé ciertas cosas simplemente con tu escucha. No tienes idea como te lo agradezco. Me dio un abrazo y se fue agradecidísimo”

Ante la prisa con la que nos movemos, quienes hacemos cabeza en una empresa, tendemos a hacernos oír y difícilmente sabemos escuchar. ¡No tenemos tiempo! Y aunque no lo digamos así, nuestra actuación manda -en ocasiones- ese mensaje a nuestros colaboradores.

Recordemos que la función de quien hace cabeza consiste en “estar al pendiente de lo que necesitan nuestros colaboradores para realizar bien su trabajo” y en ese “estar al pendiente” se requiere de escuchar y mirar antes que hacer.

Escuchar requiere de nuestros cinco sentidos puestos en lo que nos dicen. De esta manera podremos diagnosticar con mayor acierto situaciones que suceden en el entorno de nuestro trabajo.

Requiere también de no adelantar juicios, de permitir que terminen de decirnos todo lo que nos quieran decir. De poner nuestro lenguaje corporal, también, en posición de escucha. Todo esto permite un buen análisis de nuestra parte y un autoanálisis de la otra.

Una de las cualidades para un líder sobresaliente es saber escuchar. Y me atrevo a afirmar lo de sobresaliente, porque la escucha por tener tanta demanda, distingue a quien la practica.

Jose Luis Castañeda Lerma

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