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Líderes en formación de líderes desde 1992

La formación de la gente es un impertaivo para las empresas que pretenden subsistir en el medio actual.

Tomar a un pequeño de 9 años y pretender que entienda la teoría de la relatividad suena a contrasentido y lo es. Se requiere una formación académica más profunda y cierta madurez natural para lograr comprender la teoría de Einstein.

Sucede igual cuando en una empresa se pretenden introducir sistemas como ISO 9000, reingeniería, Factor R., Calidad Total, etc. Se da por supuesto que la persona tiene las bases de formación adecuada para poder comprender lo que estos sistemas encierran en sí mismos. Sin embargo se podrían contar por multitud las empresas que han intentado hacer realidad todo lo que estos sistemas incluyen y que a la vuelta del tiempo se convierten en fracaso.

Sobra decir que cualquier sistema, por bueno que éste sea en sí mismo, requiere el compromiso de todos en la empresa y para lograr este compromiso es necesrio entender y confiar en lo que se va a implementar. No es normal que nos adhiramos a algo que desconocemos, a menos que quien lo presente sea una persona totalmente confiable, un auténtico líder.

Para que nuestro personal lleve a cabo el consabido lema de «bién y a la primera», requiere en el fondo que tenga una conceptualización del trabajo acorde a sus edad y circunstancias. Este lema se puede poner en mantas y utilizar la teoría del anuncio en toda la empresa, pero para que sea una realidad se requiere de cambio de actitudes en las personas que queremos que lo lleven a cabo.

Es notorio que el problema sustancial de muchas empresas es de actitudes en su gente. Actitudes que se han ido arraigando muchas veces sin siquiera darse cuenta. Crecen como las plantas silvestres a la vera de los caminos y repentinamente se descubre que se tienen. Es entonces cuando se plantea la necesidad de hacer un cambio en las actitudes que muchas veces asfixian a su poseedor.

Este plantearse cambiar actitudes, suena a algo sencillo sin embargo no lo es. ¿Por qué he de cambiar? y es entonces, al responderse esta pregunta, cuando no se encuentran los argumentos sólidos para hacerlo. ¿Debo cambiar, porque le conviene a la empresa?, posiblemente sea que al momento de ir leyendo este texto, se tenga ya ubicada la respuesta: debo cambiar porque me conviene a mi, sin embargo ¿por qué si es tan sencillo responderse lo anterior es tán difícil el realizarlo?.

Falta formación, falta orientación en saber lo que soy y lo que puedo ser. Necesito que se me abran horizontes que me den el tiempo adecuado para reflexionar más y sentir menos. Necesitamos saber el qué, porque el cómo es fácil de encontrar. Desgraciadamente la mayoría de las veces la gente que se verá afectada por nuestro posible cambio, se encargan de darnos «su cómo»: «a mí esto y aquello me ha funcionado», «yo que tú haría...», «cómo conseguir el éxito en tres breves lecciones» etc. Y en este caso, vemos lo que le ha funcionado a otras personas que no han vivido las mismas circunstancias que uno porque la formación es personal.

Formar, dar forma y desarrollar lo que cada uno trae consigo es algo que a las empresas les conviene plantear a sus empleados, porque con esto se va a la individualidad y con ello al compromiso personal tan requerido en la implementación efectiva de los sistemas mencionados párrafos arriba.

De alguna manera, esta forma de comprender el problema empresarial y darle soluciones, es lo que ha hecho a Sícap, tener el prestigio y demanda que tiene en la actualidad. Se dice fácil, pero hablar de más de 1000 alumnos de 70 empresas en un año, representa que la formación del empleado efectivamente está dando resultados en las empresas.

José Luis Castañeda Lerma

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