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Líderes en formación de líderes desde 1992

Es necesario pedir que me disculpen por la falta de puntualidad en este boletín, pero de verdad lo que he vivido es digno de platicarse y de esta manera entenderán porque el retraso.
 

 

Tuve la oportunidad de asistir con otras 35 personas a la proclamación de un personaje como modelo para todo el mundo, a todo esto los católicos le llaman canonización, y créanme que no voy a hablar de ningún aspecto religioso, así que no se me preocupen.
 

 

Dicha ceremonia se llevó a cabo en la ciudad de Roma el seis de octubre. Nuestro grupo partió de San Diego el día 3 del mismo mes. Un poco desmañanados, pero con la inquietud de un viaje a Europa, todo se superaba.
 

 

Del grupo que íbamos algunos conocíamos algo de las enseñanzas de Josemaría. Algunos otros no y el viaje se inició con la emoción típica de estas travesías.

En el trasbordo que se realizó en Detroit las cosas cambiaron un poco, el DC-10 iba lleno y prácticamente el 95 % se dirigía a Roma por la misma circunstancia que nuestro grupo. Cabe decir que en mi vida he visto tanta alegría y buen humor en la cabina de un avión, misma que se acrecentaba conforme nos acercábamos a la ciudad eterna.

 

 

Al llegar al aeropuerto de Fiumicino, en el cual he estado algunas veces más, me sorprendió que antes de pasar la aduana hubiera un módulo de información donde se podía preguntar cualquier cosa relacionada con el evento era sencillo, pero perfectamente puesto y con personas que atendían con la misma alegría y disposición. Ahí me comencé a dar cuenta de la magnitud de esta ceremonia, me dijeron que tenían registrados a esa ceremonia a 250, 000 personas con nombre y apellido y que vendrían de 84 países diferentes – de México solo éramos alrededor de los diez mil-.
 

 

Las calles de Roma, hay que decir que de por si son estrechas, se veían repletas de personas que portaban una especie de distintivo de esta ceremonia, y las que no lo portaban llevaban una sonrisa que los hacía distinguir. Para los que saben de masas, algunos periodistas romanos- destacaban esta característica de la alegría. Se topaba uno con desconocidos, pero que parecían conocerse de toda la vida.
 

 

La ceremonia en sí misma – supe después que canal 13 la había transmitido en directo- es algo que sobrepasa cualquier posible descripción objetiva del autor. Estábamos, ya en nuestro lugar, rodeados de polacos, gente de Costa de Marfil, algunas campesinas de Guatemala, portugueses, Chilenos y Españoles. Se nos pidió que llegáramos a tiempo, la ceremonia comenzaba a las 10.00 y desde las 6.00 ya estaba la plaza medio llena.
 

 

Este lapso me permitió preguntar, la inquietud que llevaba desde México, ¿Por qué tanta admiración por este Josemaría?, lo puede constatar con mis vecinos de lugar durante la espera:
 

 

Una campesina guatemalteca: "Yo a este santo le debo el sentido de mi vida, de sus enseñanzas he aprendido que el trabajo bien hecho y cuidando lo ordinario me permite madurar y ser mejor persona. He aprendido que cuidando los detalles ordinarios de convivencia con los míos, me hace más feliz y se que esto le agrada a Dios".
 

 

El polaco que hablaba un poco de inglés: "He aprendido lo heroico de lo ordinario, en la vida personal cada instante es un momento de encuentro con Dios, esto exige que esos momentos trate de hacer las cosas lo mejor posible. Hay ocasiones en que no lo hago o se me olvida, pero también he aprendido que es esa lucha donde se encuentra la verdadera felicidad".
 

 

Un negrito de Costa de Marfil: He descubierto con las enseñanzas de esta persona a ver a mi familia y trabajo de forma diferente, como tridimensional. He aprendido a trabajar bien, sin que haya necesidad de que te vigile alguna persona, porque en ese trabajar bien se plasma lo que se espera de mí. En mi familia cuido los detalles de convivencia y trato de hacer de mi casa un “hogar luminoso y alegre” como lo proponía Josemaría".
 

 

Un ejecutivo español: "Descubrí lo extraordinario de lo ordinario, la importancia de vivir las virtudes humanas, de tratar a mi personal con la dignidad que se merece toda persona. A hacer el trabajo sin chapuzas, ni trampas. He aprendido que también las dificultades se pueden portar con una sonrisa".
 

 

Un padre de familia chileno: "Ya lo afirmaba Josemaría: “estas crisis mundiales son crisis de santos”, hace falta que la gente se tome en serio su vocación como personas y como hijos de Dios".
 

 

No he querido deformar ninguna respuesta, solo darles un poco de coherencia, puesto que la emoción de los que estaban ahí era genuina, auténtica. Lech Walessa que se encontraba también ese día en la plaza comentaba en el periódico “por fin, un modelo para los trabajadores”.
 

 

No viene al caso la admiración de los periodistas locales  por la organización, alegría y buena disposición de la multitud que rompía record de asistencia a un evento de este tipo y también por el número de países representados, lo que importa es ver la influencia que puede lograr una persona que se dedica a hacer “de la prosa diaria, endecasílabos heroicos”. Una vida sencilla que ha influido por lo menos en 250,000 personas que estábamos presentes ese día. A mi me parece que es lo que se le llama liderazgo, influencia que da sentido a la vida, y a lo ordinario de lo cotidiano.
 

 

Un personaje que vivió lo que enseñó hasta sus últimas consecuencias, que desde Barbastro, su ciudad natal, hasta Nueva Zelanda, desde Noruega hasta Sudáfrica, desde Argentina hasta Canadá, pasando por Tijuana, ha dado sentido y ha dejado huella profunda en millones de personas.

 

 

¿Detractores?, todo buen líder, nos lo dice la historia, levanta polvo. Terminan por no entender lo actual de su mensaje, o tratan de difamar porque con su vida nos envía despertadores que nos levantan de nuestro sueño y eso...no se vale.

José Luis Castañeda Lerma