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Líderes en formación de líderes desde 1992

Me comentaba una persona, no hace mucho, que cuando era niño y esperaban visitas, su mamá una Señora, en toda la extensión de la palabra, les decía: “vienen los Gómez, con sus hijos, hay que hacerles pasar una tarde agradable, invítenlos a jugar y préstenles sus juguetes y por favor nada de peleas…” El sermón comenzaba siempre igual y terminaba con algunas otras cosas de buenas maneras.

La madre, de alguna forma los invitaba a integrar a los chicos de la familia visitante.

Sucede igual en los diferentes departamentos de las empresas, la función integradora no recae en el que llega, sino en los que ya están dentro. No es el empleado el que debe acoger a la empresa sino la empresa al empleado.

La cultura laboral de nuestra región, con tanta gente que entra y que sale a determinados niveles, hace que esta función en ocasiones no se le de el valor adecuado y esto se convierte en un círculo vicioso, “me voy porque no me integran, para que lo integras si se va a ir”

El gasto de contrataciones es alto y difícilmente cuantificable, pero sabemos que afecta la rentabilidad.

La integración es una función que habría que repasar más detenidamente. Quizá valdría recordar las expectativas que traíamos cada uno de nosotros al llegar nuestro primer día de trabajo en la empresa que laboramos ¿te sentiste uno más? ¿Un poco perdido? ¿tuviste que acudir a tus compañeros para que te explicaran lo que debieron explicarte en la inducción o tu jefe inmediato? ¿cuánto tiempo se tardó tu jefe en darse cuenta que estabas en su equipo? ¿hubo mucha diferencia entre lo que te explicaron que ibas a hacer y lo que te pusieron a hacer? ¿se te hizo eterno tu primer día? Las respuestas que demos a esta serie de preguntas pueden darnos un poco de rumbo en nuestro proceso para integrar a los demás.

Recordemos que en todo grupo hay alguno(a) que parece que le encargan el que exhiba todo lo negativo que puede tener la empresa. La función integradora del jefe debe procurar llegar antes que las personas negativas aplasten con su visión subjetiva a las personas que se integran a las empresas.

Pensemos que toda persona que no perdura en el trabajo, es un gasto que debe preocupar a cualquier persona que sea responsable en la empresa. Integrar significa retener.

Terminando con la anécdota del principio, me decía mi amigo “cuando no hacíamos algo que entretuviera a los niños, cuando no los tomábamos en cuenta, cuando no los integrábamos, comenzaban a fastidiar a sus padres hasta que terminaban por irse.

 

La vida como obra de arte en progreso

Imaginémonos, por un momento, el estudio de Miguel Ángel en un día cualquiera de trabajo. El maestro va quitando y puliendo una pieza monumental de mármol. En su imaginación tiene la visión del David. Sabe lo que quiere y sabe también que no está ensayando. El cuidado y la atención son impresionantes, como debe ser su concentración. De repente se encuentra algunas imperfecciones en la piedra que pule y quita con cuidado. El sudor y el cansancio son enormes. Al final el David que es un legado para la humanidad, una obra perfecta, terminada…

Tu vida y la mía tienen en común que se van construyendo, que se descubren los defectos y que por medio de la voluntad, que hace las veces del martillo y cincel, se van puliendo.

Sí, nuestra vida está en progreso y esa paz y tranquilidad que buscamos como sedientos en desierto, está al final, cuando tu y yo contemplemos hacia atrás y veamos el legado o lo trascendente que hemos dejado, por lo menos a las personas que conviven con nosotros.

En algunos defectos los martillazos serán fuertes, dolerán, quizá sean aquellos que hemos ido acumulando a lo largo de la vida y que están bastante arraigados. Cambios que siempre hemos sabido que hay que hacer y que por inercia, orgullo o ignorancia hemos ido dejando que crezcan y con los cuales a lo mejor ya hemos hecho las paces ¡ah, nuestros defectos, nuestros queridos defectos!

Ahí hay que recordar que la vida NO es un ensayo, no, lo que se va haciendo se queda. Y como dice un amigo, si fuera ensayo seguramente seguiríamos haciendo lo mismo. En los ensayos, las cosas que no salen se repiten hasta que queden bien, en la vida lo que se hace deja huella es imborrable.

¡No hagas las paces con tus defectos! ¡Admítelos, que es el camino a corregirlos! Recuerda que la vida no es ensayo, que se acaba y que la obra maestra está en progreso

 

José Luis Castañeda Lerma

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