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Líderes en formación de líderes desde 1992

José Luis:

No tienes idea lo bien que me vienen tus correos para mi cambio personal. Algunos de ellos prefiero guardarlos y no leerlos de inmediato, lastiman. No lo digo para que lo dejes de hacer, lo que pasa es que en ocasiones aparecen preguntas “incómodas” como las llamas tú.

Recibí hace poco uno que promocionaba un curso de ética. Lo primero que pensé era justo lo del título “¿Para que?”, por la tarde en el trayecto me daba vueltas una idea, ¿Con qué criterios me muevo por la vida? Y mi respuesta fue: con el de la mayoría.

Si todos lo hacen debe estar bien, me decía. Y comencé por analizar mi trabajo: todos tendemos a dar un poco menos de lo que se nos pide, por una u otra razón. Si alguien da más o le vemos que se esfuerza, es sujeto a una crítica feroz. En ocasiones no solo crítica, también uno que otro “chismecillo”

Si todos lo hacen debe estar bien, me repetía: Cuando nos equivocamos, inmediatamente buscamos un culpable o mentimos para evadir la responsabilidad. Si retrasamos una decisión, ¡allá la empresa! Nuestra falta de lealtad en ocasiones es muy evidente, pero ¡todo mundo lo hace!

Me seguía afirmando: Si todos lo hacen debe estar bien. No sabemos reconocer el éxito en los demás, en ocasiones por un poco de envidia afirmamos que si alguien asciende en su puesto, es que “es barbero” o hizo “otro tipo de méritos”. Nos lo llevamos entre los pies. Se que es común.

En todas las empresas sucede, me dije más de una ocasión. No se roba abiertamente –tendría consecuencias- pero robamos tiempo, dignidad, buena fama de una manera casi inconsciente. Desperdiciamos los bienes de la empresa, pero por qué preocuparse, si todos lo hacemos.

Si pasamos a otro tipo de situaciones es verdaderamente sorprendente como el criterio de “mayoría” prevalece. La infidelidad conyugal ¡que somos hombres caray!. La “mordida”, pero si todo mundo lo hace por ahorrarse unos pesillos.

Llegué a pensar que hablar de Ética en estos tiempos es innecesario ¡cada quien tiene la suya! ¡Cada cual determina la bondad o maldad de las cosas! Me justificaba erróneamente.

Pero, permíteme decirte que en ocasiones, en la soledad, sentimos que algo nos dice que no hemos obrado correctamente. Quizá por eso mismo evadimos con tanta rapidez esos encuentros con nosotros mismos. Quizá también por eso en ocasiones me siento tan inseguro. Se aplicar las reglas a los demás, pero como cuesta aplicarlas a mí mismo.

Recuerdo el cortometraje que vimos en uno de tus cursos: miles de pollitos pasando por control de calidad. Fui a buscar mi material del curso y vi que tenía resaltado aquello de Einstein: “De cada cien personas, dos son brújulas y el resto veletas” Efectivamente, dos saben orientarse y los demás nos dejamos llevar por la “Ética de mayorías” Entendí perfectamente que los buenos líderes tienen “norte” Saben por qué hacen las cosas.

¡Como nos adormece la Ética de mayorías! Si los demás lo hacen, yo también. Pensé que siguiendo por estos derroteros, dentro de poco será divertido ir a matar compañeros y profesores a las escuelas. Que cada uno hará su propia religión. Sus propias reglas. Pero si estas reglas se llegaran a volver contra nosotros ¡entonces no valen!

Mil perdones por la extensión, necesitaba decírtelo. Pero de verdad me ahoga mi mediocridad y mi falta de seguridad. ¡La “mayoría”, en ocasiones también aplasta!

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El correo continuaba, a mi solo me queda compartir con mis lectores estas reflexiones, sobre todo para los que se preguntan “Ética ¿para qué”.

Jose Luis Castañeda Lerma

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