logoP31

Líderes en formación de líderes desde 1992

¡Un año más que vuela! y conforme vamos creciendo da la impresión de que este vuelo es cada vez más rápido. Quizá recordemos cuando éramos pequeños, al aburrirnos de jugar con nuestros juguetes flamantes que nos acababan de regalar decíamos ¡Uf, falta mucho para la próxima Navidad. Pero, fuimos creciendo y ahora exclamamos ¿pero como, Navidad otra vez?.

 

Llega también el balance del año que se va y deberíamos preguntarnos ¿crecimos en este año como seres humanos? o bien el 2005 nos encuentra igual que éramos en los comienzos de 2004.

 

Si el crecimiento no se ha dado no es por falta de propósitos sino por falta de perseverancia y constancia.

 

Posiblemente en nuestra agenda del año que se ha ido aparezcan aquéllos propósitos que valientemente habíamos hecho, motivados por el comienzo de un nuevo período: ser más sinceros o ser más optimistas, o fieles o laboriosos o puntuales o una gama de etcéteras de acuerdo a cada uno.

 

Nos preguntamos ¿logramos ser más? o permanecimos cómodamente inmóviles sin crecer en el ser más.

 

La perseverancia es aquella virtud que hace al ser humano no impacientarse por la tardanza de conseguir el bién que desea. Y nuestra madurez a veces parece que tarda. Propósitos van, propósitos vienen y nosotros seguimos igual.

 

Perseverancia es la gota de agua que continuamente cae sobre la roca hasta que la parte. Es ese insistir en la mejora personal a pesar de las críticas, del cansancio, de la desesperación, del aburrimiento, de la incomprensión, etc.

 

Quizá se es poco perseverante, por que las metas son inadecuadas o desmotivantes. Sin embargo nuestra madurez es una de las metas que más felices nos hacen y que con mayor incisividad deberíamos buscar.

 

Esa madurez se va forjando a base de ir consiguiendo valores o virtudes día tras día, hora tras hora, minuto a minuto.

 

¿En que virtudes conviene crecer?, quizá parezca negativo, pero hay que pensar un poco en aquellos defectos que nos dicen las personas que conviven con nosotros con más intensidad y una vez descubiertos irlos atacando por la consecución de la virtud propia que desarraigará tal o cual defecto.

 

Si encontramos que nuestro egoísmo nos hace decir mentiras, buscaremos la veracidad: si llegamos tarde a todas partes, la puntualidad; si somos centrados en nosotros mismos, buscaremos el servicio; si hacemos el trabajo con “chapuza”, se irá tras la laboriosidad. Si explotamos con facilidad, iremos por la paciencia.

 

Todos estos valores nos hacen crecer como personas, nos hacen que seamos más felices porque nos acercan a lo que debemos ser. Es difícil encontrar en las agendas, al principio del año, propósitos como: ser más fieles, o sinceros , o leales, o justos, o pacientes o serviciales etc. Es por eso quizá que al terminar un año más lo vemos con nostalgia, pues se va un período más y nos encuentra como estábamos al principio del mismo.

 

La perseverancia se da solamente cuando las metas valen la pena y ¿qué mejor meta queremos para este 2006 que empieza que ser más maduros en beneficio de los demás y por supuesto del nuestro propio?

 

Perseverancia es sinónimo de recomienzo, de continuar con aquello que se empieza y que de repente le perdemos el entusiasmo. La vida del ser humano es lucha y quizá por esto valga la pena recordar aquélla exclamación que el Dr. Escrivá recomendaba en los inicios del año: “¿año nuevo?, ¡lucha nueva!.”


José Luis Castañeda L.

###BLANK###