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Líderes en formación de líderes desde 1992

Esta vez la conversación se salió de su ámbito normal y distendidamente y con café en mano continuamos charlando Arturo y yo.

- En la actualidad parece que se hace apología de la mentira –comenzó después de un sorbo de café bien saboreado- Nos hablan de que mentir es un arte y al que sale bien librado de un engaño se le admira.

En las empresas se utiliza mucho para justificar los errores y asi te encuentras con medias verdades o con engaños rotundos. Cuando se miente, se rompen los principios básicos de la comunicación. Arturo se quedó pensativo después de todo esto que había dicho y continuó: Seguramente te ha pasado que has vivido cierta desilusión cuando descubres la verdad, esa que deja descubierto un engaño o una mentira. Es una sensación de incomodidad que se origina en el sentirnos defraudados, son experiencias que dejan mal sabor de boca y que no nos gustaría repetir. Normalmente lo que se consigue es que se comience a dejar de confiar en las personas que hacen esto.

Cuando el que miente es una autoridad –civil o empresarial- el desengaño cobra proporciones aún mayores, por la confianza que se tiene depositada en ellos. Nunca hay mentiras inocentes aunque les quieran llamar “piadosas”. La persona que miente sabe que no dice la verdad.

Se puede aceptar en cualquier negocio que las personas que lo formen se equivoquen, aunque algunas equivocaciones puedan ser costosas. Sin embargo no se puede aceptar de ninguna manera el que se mienta, porque el mentir corroe la confianza.

Ningún cliente acepta que se le mienta, el tratar de engañarlo destruye la credibilidad en la empresa.

Volvemos, como te puedes dar cuenta, al problema de la credibilidad. Cuando dejas de creer en alguien las consecuencias son nefastas, es difícil de reparar la confianza y la credibilidad. A pesar de que todos tenemos la oportunidad de cambiar, es muy difícil creerlo en alguien que te ha engañado.

Fíjate por ejemplo, cuando se le deja de creer a alguien, si propone cualquier cosa, de inmediato se trata de descubrir segundas intenciones, a lo mejor no las tiene, pero la desconfianza nos lleva a pensar lo contrario

Cuando el líder propone una meta u objetivo, se supone que por lo menos tiene una idea de cómo llegar y los seguidores de una manera confiada aceptan su guía. Si el líder engaña, la confianza se pierde y genera desbandada o confusión en los suyos.

En nuestro país el problema del liderazgo es que no encontramos personajes público o políticos en quien creer. Algunos “servidores públicos” se han encargado de desprestigiar la política basados en la mentira y el engaño. En la actualidad los oímos hablar, pero dentro de nosotros aparece esa desconfianza que en ocasiones nos impide siquiera darles el beneficio de la duda.

En la empresa te lo encuentras también. A los que hacemos cabeza en ocasiones nos da miedo manejarnos con la verdad.

Solemos dar paliativos a las decisiones “duras”, engañamos diciendo una cosa y haciendo otra, en busca, a veces, de evitar que se deteriore nuestro prestigio profesional, y tontamente se hace lo contrario, se destruye ese prestigio.

Arturo de dio un respiro para seguir:

A mis gerentes les digo que hablen siempre con la verdad, que lo que se tenga que decir se diga sin paliativos, aunque nos duela. Me gusta repetirles que “las medias verdades son peores que las grandes mentiras”.

En las reuniones trato de ser el último en opinar, para que nadie se sienta en la obligación de apegarse a mi idea o que intenten halagarme. Les pido que profundicen en sus opiniones y que traten de agotar la verdad hasta donde se pueda. Yo intento hacer lo mismo.

Les pido también que no permitan la adulación ni la mentira en sus colaboradores, que sean proactivos con los errores que cometan, esto es que traten de encontrar primero soluciones y después culpables, pero que no permitan que se les engañe y que sean implacables con quienes lo intentan como costumbre. Que cuando descubran una mentira o un engaño, lo digan de inmediato a quien intentó engañarles, pero que adviertan que eso no puede repetirse.

Quizá lo más importante es pedirles que hagan público lo que piensan o sienten ante las diferentes circunstancias que se les vaya presentando. Les digo que hay silencios peligrosos y les repito “ que hay gente que no dice lo que piensa, pero que tampoco dice lo que no piensa” y que en ocasiones el silencio se convierte en engaño.

Es importante que creen un ambiente donde se pueda discutir lo aparentemente indiscutible, que se hable abiertamente de lo que se tenga que hablar, que no ridiculicen las opiniones poco acertadas y les repito, por todos los medios que la sinceridad es el principio de arreglo de cualquier situación. Que la sinceridad es base de la credibilidad y de la confianza y por ende de se convierte en la piedra angular de todo liderazgo.

En una empresa donde no se le da el valor a la sinceridad te puedes esperar de todo, y curiosamente todo en contra de la misma empresa. Yo estoy convencido que la sinceridad todo lo arregla. Y entonces me preguntó ¿Ya estás cansado? Y sinceramente le dije que si.

José Luís Castañeda Lerma

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