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Líderes en formación de líderes desde 1992

Esta vez la plática fue un poco peripatética, debido a que Arturo está tomando el consejo que después de dos horas de trabajo sedentario, hay que caminar un poco y así lo hicimos. Platicamos un tanto de trivialidades y nos metimos de lleno al tema.

Si recordáramos con frecuencia el principio de que la “verdad es compleja y la inteligencia limitada”, nos daríamos cuenta que el rectificar debería ser algo natural en nuestras relaciones en general. Agotar la realidad en ocasiones es bastante difícil.

Ante el famoso vaso medio lleno y medio vacío, habrá gente que se sostenga diciendo que está medio lleno o bien que está medio vacío. Mantenerse en cualquiera de las dos posturas y argumentar, es lo que se conoce como dogmatismo. La persona dogmática es muy difícil que acepte que se ha equivocado. Normalmente creen poseer la verdad, aunque no sea así.

 

Hay verdades o realidades que en sí mismo son difíciles de escudriñar. Opinar sobre una persona –por ejemplo- y decir que se le conoce es algo peregrino. Cada uno es un pozo infinito de desconocimiento. Algunos jefes afirman conocer a su personal y sin embargo lo hacen desde una perspectiva muy pobre o poco profunda, terminan por etiquetar a las personas y no se dan oportunidad de aprender que la gente podemos y de hecho cambiamos, por lo que se requiere una mentalidad abierta a estos posibles cambios, en pocas palabras poder rectificar en nuestras opiniones sobre los demás.

Los chicos de Programación Neuro linguística afirman con frecuencia que «el mapa no es el territorio» y tienen razón.- En este punto se detuvo y me pidió que me asomara por una ventana que daba a una sección de oficinas de su planta- Me invitó que observara durante un minuto. Después de este período me sugirió que le describiera a detalle lo que había visto.

Comencé a enlistar lo que alcancé a observar, tratando de agotar todo lo que recordaba.

 

Me preguntó entonces, ¿viste el bonsái que está en el segundo escritorio? –debo reconocer que si algo me llama la atención son este tipo de arbolitos- por lo que contesté casi de inmediato que no había ninguno. Comenzó entonces un discurso sobre este tipo de árboles y lo cuidadoso que se debe de ser con ellos. Yo no le oía, porque estaba tratando mentalmente de recordar si había alguno o no.

 

¿Crees que lo están cuidando adecuadamente? Yo respondí que no había ninguno. Me preguntó que si estaba seguro y dije que sí con firmeza. Me invitó a que me volviera a asomar y ¡ahí estaba!. Me sentí apenado pero continuó con mucha calma.

 

Percibiste parte de las oficinas, pero siempre queda algo por ver. Esto nos pasa en ocasiones, creemos que nuestro mapa es el territorio y nos cerramos. Algunos ante las evidencias las niegan, por ejemplo, en tu caso solo observé un poco de pena, pero no lo negaste ni te justificaste por no haberlo visto.

 

Igual pasa en muchas ocasiones, debemos aprender que nuestra percepción no siempre agota la realidad y entonces no nos queda más remedio que rectificar humildemente.

 

La rectificación y el pedir que nos disculpen después de un error de percepción, algunos lo consideran como algo que les resta autoridad. Por el contrario, normalmente, el saber rectificar ayuda en el liderazgo.

 

El ejercicio del liderazgo exige tener claro a donde se pretende llegar, pero a pesar de que se tenga la meta bien definida, los caminos que se emprenden a veces no son los mejores, y es cuando el líder rectifica el rumbo y las alternativas para llegar a puerto seguro.

 

Sucede con cierta frecuencia que pensamos que agotamos la verdad, pero siempre hay que estar abiertos a puntos de vista que pueden ayudar a un mejor diagnóstico del entorno. Cuando se tiene esta actitud, las personas que colaboran con nosotros toman un valor excepcional, porque sabemos que pueden ayudarnos a una mejor toma de decisiones.

 

Te repito aquel refrán “no somos río que no se pueda volver atrás” tener apertura implica saber rectificar.

 

Cometer errores es patrimonio del ser humano, pero para apropiarse de este patrimonio se requiere también el saber disculparse.

 

Rectificar implica saber reconocer y valorar los puntos de vista de los demás. Implica reconocer que uno se equivoca, lo que hace más humanos a los líderes. Implica apertura que permite dialogar. Implica saber que nuestros puntos de vista pueden mejorarse. Implica darle valor a los demás. 

 

Nadie espera que el líder sea poseedor de la verdad en absoluto. Los seguidores ven en su líder a alguien imitable, tan humano como ellos, con aciertos y equivocaciones como ellos también. Saben, por esa apertura que debe tener, que sus opiniones serán valoradas y se abren a las discusiones productivas.

 

Decíamos al principio que la verdad es compleja y ¡si que lo es!, habrá cosas que no alcancemos a comprender pero no por eso las vamos a negar. Afirmábamos también que la inteligencia es limitada, y eso nos lleva a una actitud de humildad para reconocer que habrá cosas que a pesar de nuestros esfuerzos tampoco las agotaremos. Por lo tanto equivocarse es muy natural. Pero esas equivocaciones nos deben llevar a disculparnos cuando esto se necesario, que frecuentemente lo será.

 

Con una sonrisa muy característica que usaba para finalizar los diálogos, Arturo añadió: sí, se vale equivocarse...pero no lo hagas una forma de vida.

 

José Luís Castañeda Lerma

 

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