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Líderes en formación de líderes desde 1992

Hay tanta cantidad de distractores, de información, de noticias, como nunca lo ha habido en la historia del ser humano.

Las cosas las vemos en el momento que suceden, sin tener a veces tiempo para profundizar en ello.

Las historias se suceden unas a otras, con tal velocidad, que en ocasiones no alcanzan ya a sorprendernos, no porque no sean sorprendentes en sí mismas, sino porque no hay tiempo para asimilarlas.

De esta manera, se nos pueden infiltrar, de hecho lo hacen, sucesos que afectan sin darnos cuenta a nuestra propia vida.

No nos sorprende que alguien se divorcie, quizá lo sorprendente es que hay matrimonios que duran toda la vida. No nos sorprende que un personaje o un vecino, cambie sus preferencias sexuales, sino que algunos permanezcan tercamente con l tradicionales.

No nos sorprende noviazgos que se viven con vida marital, lo que sorprende y llama la atención es que todavía haya personas que llegan vírgenes al matrimonio.

No nos dice nada, ver que hubo un trenazo en Argentina donde murieron más de 50 personas, alguien al oírlo comentó: “no son tantas”.

No nos sorprendemos cuando alguien nos dice que para fortalecer su matrimonio, se han ido a un club de intercambio de parejas. Comienza a ser natural. Lo que sorprende es que una pareja se ponga en crisis porque uno de ellos ha sido infiel.

Es que la moda consiste en dejar pasar o tolerar todas las cosas que cuando se profundizan nos damos cuenta que está erosionando la sociedad.

Decía un amigo “vive y deja vivir”, si no te afecta no te preocupes, pasa indiferente o simplemente no les des importancia. La moda es no sorprenderse.

No, la moda es no profundizar, la moda es nadar de muertito, la moda es pasar sin hacer ruido.

No se debe ser políticamente incorrecto, me decía el mismo amigo, no critiques déjalo estar, no tiene mayor trascendencia. Es el típico comentario de un fanático del relativismo.

Amigo, ¿podrás dejarme por una vez, por lo menos, afirmar que 2+2 sean 6? Anda se bueno que más te da. Afirmaciones como la anterior escuecen, porque van contra la realidad de las cosas. Pues igual sucede con todo lo que vemos a nuestro alrededor, y que no le damos importancia, que no nos preocupa si está bien o mal, porque se afirma “que la bondad o maldad de las cosas, se encuentra dentro de uno mismo” que cada uno de nosotros somos jueces que determinamos que es lo correcto y que lo incorrecto, o bien como afirmaba alguno, la bondad y maldad de las cosas la determinan la mayoría o el bien o mal que se le pueda hacer a alguien.

¿Qué sociedad estamos creando con el eslogan de lo políticamente correcto? No es políticamente correcto hablar de hacer un trabajo bien hecho o de lealtad a la empresa. Tampoco el hablar de temas trascendentes como el sentido de la vida o de Dios.

No es políticamente correcto hablar de exigencia personal ni de disciplina. Ni vivir de acuerdo a principios y así una larga lista de temas que caen en este “políticamente correcto”.

Por defender este eslogan, nos vamos deslizando imperceptiblemente a una mediocridad crítica, donde cualquier persona políticamente correcta nos pueda manipular ¿tú que piensas?

 

José Luis Castañeda Lerma

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