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Líderes en formación de líderes desde 1992

No, definitivamente no es sencillo sustraerse a este medio ambiente en el que la comodidad se asienta como la reina y directora de todos nuestros actos. Es fácil encontrarse personas “disipadas” esto es sin fijeza, esparcida la atención, dormida la voluntad, despiertos los sentidos y en busca de lo más fácil.

Soñando con grandes hazañas en la vida, pero perdiendo cada batalla para conseguirlas. Soñando con gerencias o direcciones pero posponiendo el trabajo diario, soñando con bienes que no se poseen, pero dejando las labores sin terminar. Soñando con hijos “hombres de bien”, pero sin tomarse en serio en el presente su educación. Soñando y mintiendo en compromisos para toda la vida y descuidando los detalles de cada jornada. Posiblemente sea el resultado de una voluntad en estado de siesta.

«Voluntad. –Energía. –Ejemplo. –Lo que hay que hacer se hace…Sin vacilar…Sin miramientos…» afirmaba Escrivá de Balaguer. Pero eso de que lo que hay que hacer se hace ¡como cuesta! ¡Qué difícil, en primer lugar saber qué es lo que hay que hacer!

¡Qué pereza ponerse a pensar en hacer lo correcto!, se abandona lo que se debe hacer por lo más fácil de hacer. Y con esto la voluntad se va adormeciendo de una manera imperceptible.

Es muy fácil engañarse a uno mismo y justificar la pereza.

La voluntad es esa potencia interna que nos determina, que nos hace querer hacer las cosas. Pero al igual que los músculos que no se ejercitan, termina por atrofiarse. Y, al igual que los músculos que se ejercitan, crece.

El ejercicio y el fortalecimiento de la voluntad son como ir al gimnasio, tan de moda en la actualidad. Te ponen una rutina determinada para ejercitar cierto músculo, día a día y con perseverancia te vas dando cuenta del desarrollo de tu masa muscular. Los primero días no verás nada palpable, salvo el dolor en tu cuerpo por la exigencia a la que te has sometido, pero algunos días después el dolor desaparece y comienzas a notar el crecimiento de los músculos que ejercitaste.

El ejercicio de la voluntad, que es la que te permitirá conseguir las cosas grandes que alguna vez te has propuesto, requiere también un ejercicio diario: ir venciendo en las cosas que aparentemente son pequeñas pero que le van dando tono muscular a tu voluntad.

Dejar cada cosa en su sitio, ser cortés con todos sin acepción de personas, poner los cinco sentidos en el trabajo diario, descubrir los momentos en los que la pereza se quiere apoderar de nosotros y vencerla, la sobriedad en la comida, el saber detener la ira, el cerrar una ventana, una puerta o un cajón, no interrumpir el trabajo de los demás, terminar el libro que se comenzó, y en general no dejar las cosas a medias, son ejercicios sencillos -si se ven uno a uno- pero que en conjunto son los que terminan por hacernos recios, fuertes, hombres y mujeres decididos, dispuestos y fortalecidos a ir por nuestros ideales nobles.

Sin voluntad no se llega a ninguna parte. El medio ambiente actual adormece la voluntad de una manera casi imperceptible. Termina por hacer hombres y mujeres que se derriten ante el primer obstáculo.

Si nos preocupamos y estamos en ocasiones dispuestos a “sufrir” por conseguir un cuerpo más estético, ¿por qué no lo estamos cuando se habla de fortalecer la voluntad?, ¿por qué nos conformamos con estar con esa masa ingente que se dedica a descansar a la vera del camino dejando de lado sus ideales, mientras otros, con más voluntad corren hacia ellos?

«No caigas en esa enfermedad de carácter que tiene por síntomas la falta de fijeza para todo, la ligereza en el obrar y en el decir, el atolondramiento…: la frivolidad en una palabra.

«Y la frivolidad –no lo olvides- que te hace tener esos planes de cada día tan vacíos (tan llenos de vacío), si no reaccionas a tiempo –no mañana: ¡ahora!-, hará de tu vida un pelele muerto e inútil.» afirma J. Escrivá en su libro Camino.

José Luis Castañeda Lerma