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Líderes en formación de líderes desde 1992

Una persona laboriosa se distingue por su aplicación al trabajo. Porque pone sus cinco sentidos en lo que está haciendo. Porque sabe llegar, a esos detalles que hacen de su labor una verdadera obra de arte.

Aplicarse en el trabajo significa también:

• Concentración en lo que se hace.

Hay ocasiones que nosotros mismos ponemos distracciones pasivas en nuestro lugar de trabajo: Fotos familiares; regalitos que nos han hecho; el dibujo de nuestro hijo de Kinder; quizá un flor marchita que nos recuerda a alguien; Un salva pantalla con la fotografía de algun momento inolvidable; notitas en papel pegadas, etc.

Todo lo anterior hace que en un momento dado nos funcione la imaginación y nos traslade o distraiga, hacia eso que nos llama la atención. Se hace del lugar de trabajo una especie de prolongación del hogar. No quiere decir que todo esto en el fondo, deje de tener cierta función motivante, pero mientras se trabaja son distractores. Hay que tenerlos, sí pero lejos de nuestra periferia visual.

Los que saben de administración del tiempo nos recuerdan que en el escritorio solo debe haber lo que se necesita para lo que se está haciendo en ese momento y … nada más.

Tener cuidado y saber exigirse con el uso del Internet. Es una herramienta necesaria en nuestros días al igual que el correo electrónico, pero es uno de los instrumentos que más nos pueden hacer perder tiempo si no tenemos cuidado en su utilización. Es importante que nos pongamos horario para su uso. A lo mejor quince minutos antes de salir. Posiblemente tres momentos distintos para el uso del correo electrónico. Tener una finalidad al abrir Internet, etc.

• Cuidar los detalles: sin escrúpulos y sin retraso

En años anteriores se usaba mucho la frase “ahí se va”. Decían que era una manera de actuar de los mexicanos. No se si se puede generalizar o no, pero haciendo un poco de examen de conciencia, debo afirmar que el autor lo hizo en alguna ocasión, por prisa, por descuido o por lo que sea.

Cuidar los detalles en el trabajo significa hacer las cosas bien desde la primera vez. Conocemos los estándares de calidad de nuestro trabajo, y hay que cumplirlos. Si se diera el caso de desconocimiento de esos estándares, habría que preguntar. Hay que hacer las cosas correctamente –eficiencia- hasta sus últimos detalles.

Ningún autor de una obra de arte, deja sin firmar sus obras, está tan convencido que exige reconocimiento. Quizá nosotros, en muchas ocasiones no podremos firmar nuestro trabajo, pero debe estar tan bien hecho que se pueda reconocer de quien es.

• Terminar lo que se empieza, a tiempo

¡Cuántas cosas novedosas salen a lo largo del día en nuestro trabajo! Nos entusiasman, pero ¿cuántas cosas están en nuestro escritorio sin terminar?

En ocasiones nos convertimos en hombres y mujeres del mañana…¡mañana lo hago, lo termino, lo continúo etc!

Vamos a suponer -a manera de ejemplo- que diariamente tengo tres tareas que realizar. Dejo una para mañana, entonces, al día siguiente tendré cuatro cosas por hacer, lo más seguro es que se vayan acumulando tareas.

En ocasiones la mentira más grande que nos damos es “lo haré más tarde”. Aplazar las cosas se puede convertir en hábito. Valdrá la pena preguntarnos ¡cuántas cosas tenemos comenzadas sin terminar alrededor nuestro!

Con ese famoso “más tarde” se van posponiendo cosas de manera indefinida, Sabemos perfectamente que la mayoría de las veces “más tarde” es una gran mentira que nos adormece y que nos justifica ante nosotros mismos.

Cuando tenemos que hacer algo “ahora” hay que hacerlo “ahora”. Si no se puede hacerlo en el momento tenemos que decidir entre: No hacerlo definitivamente o Decidir y exigirnos “cuando” se hará, con fecha y todo. Muchos estamos en nuestros “más tarde” ahora. Las cosas que dejamos para después regresan y en ocasiones las ponemos nuevamente en el continuo más tarde.

Me acuerdo de aquel autor que nos pregunta “¿Hago mi trabajo, hoy, ahora, o me engaño con retrasos que equivalen a no cumplirlo?

• Cuidar el orden alrededor de uno mismo

La virtud del orden requiere un tratamiento largo y profundo. Está muy correlacionada, sin embargo, con la laboriosidad.

Tiene que ver con una pregunta que brinda eficacia –hacer lo correcto- Esto que estoy haciendo ahora, ¿es lo que tengo que hacer o es lo que me gusta hacer y puede, debe, esperar?

La mejor manera de contestarnos es saber la finalidad con la que estoy haciendo lo que hago. Me explico: cada día al hacer nuestra lista de cosas por hacer, cada una de esas cosas que aparecen en ella deben estar enfocadas a un objetivo, a una meta de este día. Si lo que hago me acerca a ese objetivo o meta, estoy haciendo lo correcto. Si por el contrario me retrasa o me aleja, aunque sea atractivo, se debe dejar de hacer.

Lo anterior se relaciona con el famoso principio “paga ahora y juega después” porque si lo invertimos, “juega ahora y paga después”… es muy probable que no queramos pagar.

Hay cosas en el trabajo que requieren mucho de nosotros, que nos da un poco de pereza el hacerlas, solemos llamarlas obligaciones. Por otro lado hay cosas del mismo trabajo que nos gusta hacerlas, pero que, quizá si les dedicamos tiempo, es probable que al final nos demos cuenta que les faltó peso específico.

A ciertas personas nos funciona el hacer primero lo que más cuesta y que se tiene que hacer (“paga ahora”) y después con la tranquilidad del deber cumplido hacer lo que nos gusta (“juega después”). En esto hay orden, primero lo primero.

Hemos hablado del orden como priorización, pero no lo es todo. También debemos recordar los dos refranes siguientes “un lugar para cada cosa y cada cosa en su lugar” y el otro que hay que pensarlo un poco más “Cuida el orden que el orden te cuidará a ti”

Profundizar en ambos, se sale un tanto de lo que estamos viendo. Sin embargo hay que recordar el sistema de las cinco eses que nos han “redescubierto” los orientales. ¡Ayuda y mucho!

• Tener un objetivo diario de lo que se va a realizar

Aunque ya lo platicamos un poco anteriormente, tenemos que formarnos el hábito de descubrir, desde el comienzo de nuestra labor diaria, cual es el objetivo que debemos cumplir al final del día.

Por ejemplo, el autor, el día de hoy se propone terminar tres páginas más de este escrito. Entre las listas de cosas por hacer aparecerá: ordenar mis notas que tengo en la Palm, Buscar las referencias que me ayudarán en mi escrito. Abrir la página de la Real Academia y tener cuidado de no meterme a “navegar”. Al final del día revisaré cuánto escribí, si son tres o más páginas ¡cumplí con mi objetivo de escritura!

La “lista de cosas por hacer” deberá estar escrita, de la manera que a cada uno le acomode, pero escrita. Esto deja evidencia de lo hecho y de lo pendiente. Nos anima y nos pone en la realidad de nuestros objetivos. No he experimentado peor cosa, que el esperar a ver “que nos trae” el día y estar a merced de mis propios caprichos.

Podríamos seguir enumerando situaciones relacionadas con la laboriosidad, se salen de este escrito. Solo las enumero:

• Aprovechar el tiempo

• Saber escuchar

• Saber sortear las contrariedades de la jornada

• Aprender a ser flexible con las ideas y actividades propias y ajenas

• Exigencia personal en lo que se hace

• Actitud de servicio con los colaboradores

• Aprender a descansar

Todas estas ayudan a nuestra madurez, a nuestro crecimiento interior. Forjan nuestro prestigio profesional, nuestro auténtico liderazgo y todas y aún más las desarrollamos en nuestro trabajo.

Cuando se afirma que el trabajo dignifica quiere decir que nos hace más personas, que nos desarrolla, que nos conduce a la verdadera finalidad del ser humano: su madurez. Por eso podemos decir también que no hay trabajos inferiores y superiores, puesto que todo tipo de trabajo, honesto, es dignificante quienes lo hacemos indigno somos las personas.

 

José Luís Castañeda