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Líderes en formación de líderes desde 1992

Hay un ejercicio que se hace en uno de nuestros cursos que es significativo. Se hacen una serie de preguntas y quienes cumplan con el requisito se van poniendo de pie. Es una manera de hacer una presentación colectiva y cumple con su objetivo.

Por ejemplo, una pregunta es ¿has disparado una arma que no sea rifle de feria? Quienes lo han hecho se ponen de pie, esto permite que el instructor pueda hacer preguntas individuales, en cierta ocasión a esta pregunta una mujer de treinta años nos informó que había disparado un “cuerno de chivo” en la ¡guerra de Angola!

Otra de las preguntas que se hacen es ¿tienes un secreto que nadie conoce?. Las primeras veces que la hicimos, yo suponía que pocas personas se pondrían de pie, pero no fue así. En la actualidad llevamos un récord que nos dice que alrededor del 80% de las personas tienen su secreto que a nadie le han contado. Por supuesto que a las personas que cumplen con esta característica, jamás se les pregunta nada referente a sus secretos.

Lo secretos están en el pasado, en un pasado que en ocasiones no terminamos por aceptar; vale la pena recordar que lo que somos es el resultado de lo que hemos vivido, bueno o malo, agradable o desagradable, bonito o feo. Si a lo que soy le pudiera quitar lo que he vivido ¡sería otra persona!

Una habitación encerrada lo primero que se hace es ventilarla; el agua que se encharca deja de ser cristalina, se pudre, requiere salidas. De igual manera sucede cuando de alguna manera no aceptamos cosas desagradables o vergonzosas que nos han sucedido. Le echamos tierra y después no encontramos explicación a conductas que se van dando posteriormente.

De ese pasado se arrastran, por ejemplo, los resentimientos, los agravios, los “me las debes”, que solamente nos dañan a nosotros mismos. Se nos olvida que el pasado ya pasó y que lo que nos queda únicamente es construir en este momento lo que queremos para el futuro.

Arrastrar situaciones del pasado es llevar peso muerto. No se trata de despreciarlo sino de ubicarlo donde debe estar: en la historia. Hay que amarlo, por duro que haya sido, hay que entender que son páginas poco gloriosas pero que forman parte de nuestra biografía. Si a un libro le arrancamos hojas es probable que no se le entienda lo que nos quiere decir. Si a nuestra historia le arrancamos esos episodios, se convierte en una gran dificultad el que nos entiendan.

¡Queremos mantener una imagen que no concuerda con la realidad! Esto va en contra de la autenticidad, de la sencillez, ¡dejamos de ser lo que somos por aparentar lo que queremos ser! ¡Qué difícil y que cansado!

Pretender borrar nuestros orígenes o lo vivido, nos lleva a la inestabilidad emocional.

Afortunadamente tenemos vida y con ella tenemos futuro, páginas en blanco en nuestra biografía, para escribir historias heroicas, ejemplares, de trascendencia. Mirar al pasado es caminar de espaldas al futuro. Lo tuyo y lo mío es construir o reconstruir, en este presente tan efímero, lo que queremos.

Si nos humillaron, nos vejaron, nos insultaron, nos trataron con injusticia, no nos valoraron adecuadamente: ¡eso ya es pasado! Hacer como me dice un amigo cuando algo sale mal ¿Qué sigue?

José Luis Castañeda Lerma

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