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En nuestro seminario de “El tiempo y su administración” en la introducción del mismo nos ponemos a repasar con los escritos de Agustín de Hipona lo que es el presente. Y conjuntamente con él, nos vamos maravillando de cómo llega a la conclusión de que el presente es algo tan efímero, que se puede concluir que la administración del tiempo es la administración de un instante fugaz.

Me gustaría compartir con ustedes este muy breve extracto del libro “La libertad interior” de Jacques Philippe.

“Una de las condiciones indispensables para conquistar la libertad interior es la capacidad de vivir el instante presente. Ese tema absolutamente fundamental es el que nos disponemos a desarrollar ahora.

“Primera observación: no podemos ejercer auténticamente nuestra libertad si no es en el instante presente. Carecemos de toda influencia sobre el pasado, del que no podemos cambiar ni una coma; cualquier escenario imaginario sobre el que intentemos revivir algún hecho pasado del que nos arrepintamos o que consideramos un descalabro (debería haber hecho esto o aquello…) cae por su propio peso: no es posible echar marcha atrás en el tiempo. Solo hay un acto de libertad que podamos plantear con respecto a nuestro pasado: aceptarlo tal como es (…)

“Tampoco somos capaces de dominar nuestro futuro: sabemos muy bien que, independientemente de cuales sean nuestras previsiones, planes y promesas, basta muy poco para que nada salga como pensábamos. Es imposible programar la vida; solo nos queda acogerla un instante tras otro.

“A fin de cuentas, lo único que nos pertenece es el momento actual: solo en este medio nos podemos plantear actos libres; solo en el instante presente establecemos un autentico contacto con la realidad.

“Existe la posibilidad de entender trágicamente el carácter fugaz del momento actual o el hecho de que ni el pasado ni el futuro nos pertenezcan. Pero, desde la perspectiva de la fe y la esperanza (…), el instante presente se revela ante nosotros como un tesoro de gracia y de inmenso consuelo.

Nuestra sensación de vació o frustración, esa impresión de que carecemos de esto o aquello, proviene a menudo del hecho de vivir en el pasado (entre lamentos y decepciones) o en el futuro (cargados de temores o vanas esperanzas), en lugar de habitar cada segundo acogiéndolo tal como es. (…)”

¡Qué riqueza y que paz da en ocasiones este tipo de pensamientos!, encierran una verdad impresionante. Es verdad, de lo que único que tenemos, porque es lo único que tenemos.

José Luis Castañeda Lerma

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