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Tienen miedo al fracaso pero no lo reconocen. Esto es lo que les ocurre a muchos directivos que sufren un síndrome con un nombre muy coloquial pero que esconde problemas muy serios como actitudes agresivas y arrogantes con sus trabajadores. En Barcelona, se ha presentado un estudio sobre el "síndrome Manolo".

De alguna manera ya lo habíamos visualizado en boletines anteriores. Ahora sin embargo, cobra vida a partir de una noticia dada por Antena 3 internacional. Se le conoce como el síndrome “Manolo”.

Se le aplica a los directivos y mando medios agresivos que existen en las diferentes compañías, las características de este síndrome son:

• Prepotencia

• Sofoca la creatividad de sus empleados

• No sabe escuchar

• Le faltan los principios básicos de la cortesía

• Daños irreparables a la empresa y

• Pérdidas económicas (la noticia de antena 3 habla de hasta un 30 por ciento)

Quizá sea un poco chusco el llamarle Síndrome, pero su estudio comienza a generar cierta preocupación, porque es fácil encontrar “manolos” en todos sitios y es difícil cuánto le pueden costar a una organización.

¿Qué nos ha sucedido cuando hemos tenido un Manolo como jefe? La respuesta nos viene de inmediato, baja nuestra productividad de manera inconsciente. Nos hace perder tiempo y si falta madurez surge algún resentimiento. Una forma clásica del estilo Manolo es “el llamara la atención en público” puesto que le hace demostrar más su poderío. ¿Qué sucede en el que recibe esta clase de exabruptos? Se siente herido, su ánimo baja, su autoestima queda lastimada y las respuestas se vuelven lentas.

¿Qué sucede cuando las cosas se tienen que hacer de acuerdo al Manolo? La creatividad queda castrada, o alimentada quizá para hacerlo quedar mal. Las ideas se guardan para otra ocasión, “si de todas maneras lo vamos a hacer como el quiera” decimos.

Por la misma prepotencia o abuso del poder, Manolo se siente con todas las respuestas, por lo que no le interesa en absoluto lo que se le pueda decir o comentar. Se cierra, no escucha.

Nos tocó vivir de cerca el trabajar con un Manolo cuya cortesía estaba bastante disminuida. Caras largas, poco sociable, sus ideas eran las mejores etc. El ambiente en el trabajo comenzó a deteriorarse, El a tratar de justificarse y nosotros a sufrir sus estados de ánimo. La tensión era creciente y sabemos perfectamente que todo esto influye en nuestra manera de trabajar.

Algunos no están dispuestos a soportar al Manolo, con lo qué este se convierte en generador de rotación, un gasto más para la empresa pero un tanto imperceptible.

¿Qué existe detrás de un Manolo? Una inseguridad fuera de serie. Sus actitudes vienen provocadas por el miedo al fracaso y que hacen que los empleados se sientan tristes y trabajen menos. Piensa que una persona atemorizada es más fácil de manejar, pero olvidan que el temor es paralizante.

Las personas que sufren un “Manolo” como jefe, no tienen todas sus potencias trabajando al cien por ciento y ¿quién pierde? Por supuesto que la empresa. ¿Cuánto? Otro gasto imperceptible.

José Luis Castañeda Lerma

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