logoP31

Líderes en formación de líderes desde 1992

¿Cuántas veces te caíste cuando aprendiste a andar en bicicleta o patines? ¿Recuerdas cuántos sustos, regaños, insultos y quizá algún pequeño choque, sufriste cuando aprendías a manejar? Si pasaste por alguno de estos o parecidos aprendizajes, recordarás entonces que fue necesario ser constantes hasta que lo lograste y ahora seguramente ejecutas eso de una manera casi inconsciente.

En ese aprendizaje, seguramente te encontraste momentos de desánimo, golpes, alguna pequeña herida y quizá ganas de abandonar.

De una forma coloquial, sabemos que esto sucede mientras el cerebro comienza a ejercitar ciertos circuitos que permitieron que se lograra el aprendizaje y que una vez ejercitados esos circuitos, las cosas comenzaron a mejorar.

¿Cómo se aprende a andar en bicicleta? Pedaleando y ¿a conducir un auto? Pues manejándolo. Se puede conocer la teoría pero es la práctica la que hace esa “conexión cerebral” que permite lograr el conocimiento.

¿Cómo se aprende a ser puntual? Intentando llega a tiempo a todos nuestros compromisos, parece una vacilada, pero a ser puntual se aprende siéndolo.  ¿Y a ser ordenado? Pues comenzando a poner cada cosa en su sitio, una y otra vez.

De acuerdo, muchos de los hábitos que terminan por hacernos mejores personas, requieren una especie de “re alambrado o rebobinado” de nuestros cerebros. La costumbre de dejar las cosas fuera de su lugar, desorden, se da en automático y el cerebro lo maneja de esa manera y quedamos acostumbrados a hacerlo.

Explotar cuando estamos enojados es instintivo; aprender a serenarse requiere de re habituar nuestro estilo e intentarlo una y otra vez, requiere constancia y paciencia. Y ¿cómo se adquieren la constancia y paciencia, pues así: intentando las cosas una y otra vez nos llevará a la constancia. Comenzar una y otra vez, saber esperar, nos llevará a la paciencia.

Has leído en más de una ocasión, que el hábito de la lectura, se adquiere leyendo. Se facilita si comienzas exigiéndote, quizá cinco minutos, pero que sea todos los días y si procuras leer a la misma hora y en el mismo lugar, se facilitará aún más. Poco a poco habrá que ir aumentando los minutos y  llegará un momento en que te encontrarás con el hábito de leer.

Los cambios que se dan con tanta frecuencia en las empresas, requieren necesariamente de cambiar hábitos y hacerlo rápidamente si se quiere “sobrevivir”.

Cuando se cambia o se adquiere un nuevo hábito, debemos tomar en cuenta que habrá desánimos y decaimiento al darnos cuenta que no son sencillos de conseguir.  A lo mejor deseamos abandonar, pero no sabemos que tan cercano estemos de conseguirlo, porque para los cambios no hay términos de tiempo. Me explico: cuando aprendíamos a andar en bicicleta, posiblemente quisimos claudicar y quizá con dos pedaleadas más lo logramos. No se sabe cuanto dura el conseguir un hábito, a veces estaremos a punto de conseguirlo y nos desanimamos cuando solo faltaba un paso.

Los buenos hábitos hacen crecer el prestigio de una persona. Habría que tener un rato de sinceridad con uno mismo y plantearse qué hábitos hay que adquirir, uno a uno, para ser más agradable nuestra vida… y por supuesto la vida de los demás.

 

José Luis Castañeda Lerma

###BLANK###