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Ayer tuve la  oportunidad de asistir a la conferencia que, con el título de este artículo, brindó el Dr. Francisco Ugarte en nuestra ciudad.

El título de la conferencia, que es a la vez el de un libro escrito por el conferencista, despertó gran interés en la localidad al grado que no cabía una persona más en la sede de la charla.

Quizá, toda esta gente al igual que el autor, pensábamos que encontraríamos recetas sencillas ante este deseo que todos tenemos en el fondo del alma, de ser felices, pero ¡ya!

Sin embargo fuimos descubriendo, acertada y magistralmente expuesto, que la felicidad requiere esfuerzo, que es un camino arduo que conforme se recorre se va logrando ese anhelo de felicidad que tenemos.

Vimos, que, nos equivocamos continuamente al buscarla, por no descubrir las diferencias fundamentales que existen entre placer, alegría y felicidad.

Redescubrimos que el placer es efímero, poco duradero y que en ocasiones está basado en la satisfacción de los sentidos que no son capaces de mantenerlo por mucho tiempo. En pocas palabras que no es suficiente para ser felices. Y reafirmando lo anterior se citó a Aristóteles que decía que “La felicidad debe ser algo estable”

No se trata de repetirte la charla que la puedes encontrar en el libro que da origen al título de este artículo, editado por Panorama Editorial. A lo que quiero llegar es a la coincidencia de Ugarte y nuestra empresa sobre saber encontrar la felicidad en una “vida lograda”.

La felicidad depende de la interioridad de las personas más que de factores externos. Sí, que ser felices se aprende, y que tiene que ver con la vida “ad intra” de cada uno. “la plenitud humana lleva consigo riqueza de espíritu, paz y armonía del alma” Afirma Ugarte.

En ocasiones es difícil entender lo que significa “plenitud humana” y en nuestros seminarios nos esforzamos por hacerlo comprensible: una humanidad llena, plena, significa en pocas palabras, “ser lo que el ser humano está llamado a ser”, pocas palabras, de acuerdo, pero con gran profundidad.

Aquí entran nuestras actitudes o formas de actuar ente la vida. Me explico: cuando se habla de plenitud del ser humano es ir desarrollando las actitudes que le son propias, esto es por ejemplo: es propio del ser humano ser comprensivo, saber perdonar, ser servicial, veraz, sincero, generoso, alegre, optimista, sencillo, laborioso, leal, fiel etc. Cuando nos encontramos a una persona con alguna de estas características decimos que tiene mucha “humanidad” esto es una vida plena, lograda.

Por el contrario, la ausencia de esas características hace  a la persona “poco humana”  vacío, una vida sin  lograr. ¿Puede ser feliz un egoísta, mentiroso, resentido, triste, pesimista, complicado, flojo, desleal etc? Afirmarlo sería un contrasentido. Lo hemos visto cantidad de veces o quizá, lo hemos experimentado.

En un mundo altamente superficial, en el que no se alcanza a comprender en ocasiones el valor de la interioridad de la persona y la importancia de su desarrollo, parece ser que no queda más remedio que ir buscando sucedáneos o sustitutos de la felicidad en cosas efímeras y pasajeras.

Se va consiguiendo un vacío interior, una mediocridad impresionante, una vida sin sentido que nos lleva al opuesto de la felicidad: a estar tristes.

Concluyo con una frase con una pregunta de una carta de una chica de 22 años que se pregunta ¿por qué nadie nos enseña a ser felices?

José Luis Castañeda Lerma