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Líderes en formación de líderes desde 1992

A final de cuentas, poco o nada hay que inventar en el comportamiento del ser humano. Nos parecemos tanto y se repiten tal cantidad de situaciones que nos asemejan unos a los otros.

La semana pasada platicando con uno de nuestros alumnos, me decía que se sentía muy disperso en su trabajo profesional. Por la naturaleza de su labor, requiere de mucha creatividad y orden a lo largo del día; me comentaba que se sentía desenfocado, que le costaba concentrarse y que al final de la jornada le entraba un estrés  fuerte por darse cuenta que poco había hecho de su planeación diaria.

Platicamos un poco de otras cosas que se le estaban presentando, mientras lo hacíamos, me acordé que en varias ocasiones yo había pasado por las mismas circunstancias, se me vino a la memoria un consejo  -que quizá por ser tan sencillo se olvida- que un buen amigo me dio y que, al menos en mi caso surtió efecto: “todo es cuestión de dar el primer paso”.

En aquella ocasión, tenía una cantidad de cosas por hacer que sentía que me sobrepasaban. Me entró algo muy común, una especie de parálisis y de desorden, de tal manera que tomaba una cosa y al minuto la dejaba para hacer otra, y esto se repetía una y otra vez. Pasaron varios días y las cosas seguían acumulándose a pesar de mi buena voluntad por hacerlas.

Le platiqué esto a un buen amigo, esos que tienen tiempo para dedicarle al otro. Me sorprendió cuando muy tranquilamente comentó:” Un corredor, cuando va a comenzar la carrera, se imagina la meta, sabe del cansancio que tendrá, conoce los posibles obstáculos que podrán surgir, pero siempre sabe que todo comienza con el primer paso que de. Igualmente tú, te imaginas todo lo que no has hecho y te angustias, todo es cuestión del primer paso. Toma una cosa y exígete a terminarla, solo cuando la termines haz otra y así te vas…”

Y así me fui, cosa tras cosa, hasta volver a tomar el paso y el enfoque. Debo advertir, que esto no solo lo he puesto en práctica en mi experiencia laboral, también en mi vida.

A veces vale la pena hacerse este tipo de preguntas, quizá un tanto incómodas:

¿Cuál es el primer paso para dejar esa relación que puede angustiarme?

¿Cuál es el primer paso para reforzar esas relaciones que valen la pena y que dan paz?

¿Cuál es el primer paso para abandonar esos hábitos que me avergüenzan?

¿Cuál es el primer paso para comenzar a labrar mi prestigio profesional?

¿Cuál es el primer paso para vivir en paz con Dios?

¿Cuál es el primer paso para ganarme la confianza de mis hijos?

Podría hacerte una larga lista de “cuál es el primer paso”, sin embargo cada vida es diferente y las situaciones por las que pasamos también. Lo importante es darte cuenta que toda mejoría comienza con una acción, un paso, una primera decisión. En ocasiones será un problema de egoísmo bien disfrazado, otras estará oculta la pereza para pensar, en fin. Sin embargo lo queramos o no, todo comienza con ese primer paso, que quizá sea muy sencillo, pero que es necesario definirlo.

Después de descubrir ese primer paso, ¡habrá que darlo! No es otra cosa que pensar y actuar; pero en ese orden primero pensar y después actuar.

En ocasiones nos sentimos, estresados, deprimidos, desenfocados; esperamos que alguien o algo se acerque y nos ayude a pensar; porque no tenemos tiempo, porque tenemos pereza mental, porque ¡pon tu pretexto favorito! Solo permíteme recordarte que el cansancio de la vida se da porque hemos perdido el norte y el rectificar, ¿Qué crees? ¡Requiere del primer paso!

José Luis Castañeda Lerma

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