logoP31

Líderes en formación de líderes desde 1992

Alicia y Marco, viejos amigos, me explicaban como habían resuelto un problema de espacio en la habitación de sus hijos. Después de comentar los aspectos “técnicos” –donde va la litera, el tamaño de los closets etc.-, comenzamos a caminar hacia la planta baja.

Me sorprendió una pared que estaba al lado del cuarto de sus hijos, y que no se alcanza a ver desde la planta baja; estaba pintada a medias y alcancé a distinguir rallones de lápiz en ella.

Al ver mi cara de extrañeza, Alicia me dijo “esta pared es muy importante para nosotros, en ella llevamos un índice de crecimiento de cada uno de nuestros hijos”. Más extrañeza en mi rostro que fue desapareciendo cuando nos fuimos acercando a ella y la pude ver con más detalle.

Había, efectivamente, rayas en la pared, estaba escrito el nombre de cada uno de sus hijos y la fecha en que habían medido sus estatura: así me pude dar cuenta que de 2006 al 2008 uno de sus hijos había crecido cinco centímetros. Había este tipo de medida para cada uno de sus hijos. Esto les servía también para compararlos a determinadas edades.

Pregunté cada cuando lo hacían y me dijeron que un par de veces al año, en su cumpleaños y aproximadamente seis meses después, además comentaron que sus hijos veían cierto simbolismo en esa pared a la que llamaban: el muro del crecimiento.

Terminé nuestra visita y me quede pensando en el famoso muro. Me encontré preguntándome porqué no tener también un muro de crecimiento interior, o por lo menos algo que me ayude a conocerme y ver si hay progresos o crecimiento en mi vida personal.

La respuesta llegó de inmediato: el examen diario.

Tomarse un par de minutos o tres y preguntarse con toda sinceridad cuatro cosas: ¿Qué hice bien el día de hoy? ¿Qué hice mál? ¿Qué pude haber hecho mejor?

Esto hay que hacerlo en un momento fijo del día, puede hacerse antes de irse a dormir, o antes de comenzar el trabajo, o cuando tu quieras pero en horario fijo, de tal manera que se convierta en hábito.

Sería conveniente y te ayudaría mucho que tuvieras algo en que apuntar, una agenda, cuaderno, tu computadora, etc. esto servirá para el cuarto punto: Propósito para el día de mañana.

Me explico: al preguntarte ¿Qué hice bien? al comienzo de este hábito estará lleno de respuestas, ¡por supuesto que casi todo lo hacemos bien! poco a poco, con la exigencia que irá surgiendo habrán menos cosas. A la pregunta ¿Qué hice mal? al principio habrá poco por la misma razón anterior, pero paulatinamente esta lista seguramente crecerá.

¿Qué pude haber hecho mejor? si se es sincero, se encontrará, pérdida de tiempo; trato poco adecuado a ciertas personas; quizá alguna chapuza en el trabajo; a lo mejor no haber detallado bien algo; descuido de la familia, etc.

Repasando que se hizo mal y que se pudo haber hecho mejor, surgirán poco a poco los buenos propósitos para el día siguiente.

Si vas apuntando esos propósitos y en este examen te preguntas si los cumpliste o no y si además los apuntas y perseveras en este hábito del examen, te irás conociendo, descubrirás tu defecto dominante, los puntos flojos de tu vida –que todos los tenemos- en los que se debe apretar.

En pocas palabras irás construyendo tu muro de crecimiento interior. No olvides que esto tiene que hacerse hábito y para que lo sea tendrás que buscar una hora fija y un lugar fijo.

Todos creemos que mejoramos día a día, pero ahora con eso de que si no se mide es solo una idea, ¿que mejor manera de medir nuestro crecimiento como personas que por medio del hábito del examen? ¡Una herramienta sencilla para conocernos bien!

 

José Luis Castañeda Lerma

###BLANK###