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Juan se encontraba, como mucha gente en la actualidad, sin trabajo. Conocía a uno de nuestros instructores, por haber tomado un curso con nuestra empresa.

Ante esta situación laboral, se acordó que probablemente el instructor, debería de tener conocidos que le pudieran ayudar. Llamó al instructor y comenzó un asedio ante la posibilidad de conseguir ayuda.

El instructor, se acordó de él y de que había sido un participante destacado; surgió en éste el deseo de ayudarle. Hubo llamadas, correos, visitas por parte de Juan. Se abrió, en una empresa conocida, la posibilidad de un puesto. Las llamadas y correos se intensificaron. Por fin, Juan obtuvo el trabajo.

No hubo una sola llamada de agradecimiento hacia el instructor, que, si bien, hizo todo de una manera desinteresada, le extrañó la falta de gratitud.

Curiosamente, la gratitud o agradecimiento es un hábito difícil de encontrar en las personas. Recuerdo, en el famoso video de Randy Pausch, cómo comenta que se lleva a todo su equipo a Disney World, pagando con su dinero el viaje en señal de agradecimiento, o bien cómo recomienda un bloque de notas con el encabezado “gracias” en el escritorio para dárselas a quienes de alguna manera le ayudaban.

En ocasiones se piensa que lo que hacen los demás por uno ¡es una obligación! Y seguramente en ocasiones lo será, pero aún así habría que mostrar esa actitud de agradecimiento. Hay ocasiones, sin embargo, en que conseguimos un favor porque la persona que nos lo hace es generosa, y quiere hacerlo, pero ¿qué hay detrás de todo esto?

Hacer un favor trae, para quien lo hace la alegría de servir. Sin embargo hay tiempo dedicado a la persona que lo solicita, en ocasiones dinero; se deja de hacer algo para ayudar a quien lo necesita; se prescinde de cosas, tiempo, y ¿por qué no? un poco de vida.

Por muy pequeño que sea el favor que nos hagan, debe agradecerse y se debe de estar dispuesto a corresponder cuando sea necesario.

Por supuesto que cuando falta el agradecimiento, se está ante una persona egoísta, que siente y piensa que lo que se hace por ella, es como una especie de obligación, ¡que se lo merece!

Dice un refrán que “quien agradece obliga dos veces”. Esto es, cuando a una persona se le agradece, de corazón, lo que hace por nosotros, se siente obligada a repetir el favor cuando surja la necesidad. Por lo que es tonto no agradecer.

Ser agradecidos, no significa dar las gracias, es un disposición interior de reconocimiento hacia aquellas personas que nos ayudan, afirmaba Virgilio “Mientras el río corra, los montes hagan sombra y en el cielo haya estrellas, debe durar el recuerdo del beneficio recibido en la mente del hombre agradecido”.

Si bien es cierto, que cuando se hace un favor se debe hacer de una manera desinteresada, se debe pensar, empáticamente, que es lo que ha hecho la persona que nos favorece para conseguir aquello que le pedimos.

No se puede ser una especie de “agujero negro” que absorbe y exige cosas, y que no sale de su boca un simple “gracias”

Comenzaba este artículo con el comienzo de un refrán famoso “Es de bien nacidos, ser agradecidos” ¡Es tan sencillo!

José Luis Castañeda Lerma

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