logoP31

Líderes en formación de líderes desde 1992

¡Qué manera tenemos de olvidar lo que hemos vivido!

Cuando nos convertimos en adultos y la vida nos enfrenta con esos seres “productores innatos de estrés” que son nuestros hijos adolescentes, se nos olvida que alguna vez lo fuimos y que a pesar de todo logramos “sobrevivir” esa etapa. Tiempo en que queríamos, a pesar de nuestros padres, reafirmar nuestra personalidad.

Existía una rebeldía natural contra lo establecido, contra las reglas y costumbres que no lográbamos entender. ¡Queríamos vivir nuestra vida a nuestra velocidad!

A pesar de que el entorno ha cambiado y mucho, de aquél que vivimos nosotros –generación de padres-la adolescencia sigue siendo la misma: una etapa de auto descubrimiento que se tiene que enfrentar, nos guste o no.

No podemos, porque es imposible, que vivan como lo hicimos nosotros. Su vida y la nuestra son dos cosas totalmente diferentes; somos seres únicos.

Si recordamos un poco nuestra adolescencia, verás que había unos principios que defendíamos y que siguen siendo actuales. Tratemos de recordar algunas:

• Que se respetara nuestra privacidad: queríamos tener algo únicamente para nosotros. Necesitábamos que no nos estuvieran preguntando continuamente ¿Qué te pasa? Que no nos preguntaran por nuestra novia ni que la sacaran en conversaciones. Que nos permitieran traer el cabello con la longitud y peinado que nos viniera en gana…Que nos dejaran vestir a nuestra moda, quizá con mal gusto, pero era nuestro estilo.

• Que no nos trataran como niños, aunque en el fondo ni nosotros nos entendíamos, pero era odioso que nuestros padres siguieran viéndonos inmaduramente infantiles, ¿Te acuerdas la satisfacción que sentíamos cuando de alguna manera se nos veía como adultos? El adolescente no es adulto, pro se acerca más a esto que a la misma infancia. Es preferible proyectarlo hacia la edad adulta que anclarlo en la infancia.

• El intento de entrometerse en nuestros problemas: Nunca he dudado del cariño que me tuvieron mis padres. Tu hijo tampoco lo duda. Pero recuerdo que cuando surgía alguna dificultad, mi madre, con buenas intenciones comenzaba a querer que le contara “mis” cosas. Cuando alguna vez lo hice acostumbraba decirme “yo en tu lugar” y hacía reflexiones en las que no tomaba en cuenta mis circunstancias, las analizaba, buenamente, desde las que ella había vivido. No podemos pedirles que se pongan en nuestro lugar, más bien tratar de dar criterios generales y que ellos tomen aquello que necesitan… si es que lo necesitan.

• Cariño avasallador y mal entendido: de acuerdo, no queremos que sufran nuestros hijos, pero ¡tienen derecho a hacerlo! Por lo que hay que permitirles que se equivoquen y que saquen sus propias experiencias. Es parte de la educación y se aprende mejor. Ayudaremos en lo que nos permitan, pero habrá que dejarles libres.

A final de cuenta, lo nuestro es educarles para que ejerciten adecuadamente su libertad, y eso lo aprenden viéndonos y permitiéndoles que experimenten en su propia cabeza con criterio.

Una manera de demostrarles nuestro cariño es haciéndoles que crezca su autonomía, respetándolos y ayudándoles a ser analíticos y críticos.

Debemos aprender como padres a ser gradualmente en esta etapa, más pasivos que activos, sin perderlos de vista.

Quizá sea bueno recordarte, como decía un amigo mío, “la adolescencia es una enfermedad necesaria que se cura con el tiempo”. Ánimo.

###BLANK###