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El uso de vocabulario intolerante en la pareja

Querer estallar, estar “hasta las narices”, desear aventar todo por la borda, son sentimientos comunes en el ser humano, quienes más quienes menos. Y en pareja obviamente pueden multiplicarse por dos.

La comunicación es un tema que ha adquirido mayor valoración, pero quizá dentro de este tópico el saber escuchar se ha convertido en algo esencial. En ocasiones la pareja se oye, pero no se escucha.

Otro factor al que se le ha dado verdadero realce es al lenguaje no verbal, a lo que decimos sin decir nada y al que se debe estar muy atento para descubrir en ocasiones las borrascas antes de que comiencen.

Dentro de esta comunicación que debe existir en la pareja existen una serie de palabras que terminan por cerrarla, se le llama “vocabulario intolerante” y al que se le puede añadir también el epíteto de subjetivo y en ocasiones dogmático.

Entre estas palabras podemos citar algunas: nunca, siempre, por qué eres así, jamás, imposible.

Todas cargan una alta dosis de intolerancia y subjetividad y que suelen decirse sin pensar, pero suelen lastimar en ocasiones a las personas que las oye y más aún si se repiten con cierta frecuencia.

¡Nunca me haces caso!, ¡Jamás te preocupas por nuestras necesidades!

¡Es imposible que cambies, así eres! ¡Siempre estás buscando herirme!,

Son algunos ejemplos, entre muchos, de sus posibles aplicaciones.

Alguien se ha atrevido a afirmar que son los truenos de una tempestad y que si se tiene un poco de sentido común lo mejor sería guarecerse del temporal. No hay que perder de vista, que el silencio, en ocasiones, ante las agresiones, puede ser una buena solución.

Se debe entender que este tipo de lenguaje es “la punta del iceberg”.

Cuando hay amor se debe tratar de profundizar un poco y ver que hay en el fondo de todo esto. Un ¡siempre llegas tarde! puede ser el reflejo de cansancio y en el fondo una petición de ayuda. Un ¡nunca tienes la casa ordenada! puede querer decir agotamiento o alguna frustración que se trae desde el exterior.

Los rayos requieren, si no se quiere que hagan daño, un buen pararrayos, que termina por neutralizar los posibles efectos devastadores.

 El pararrayos en la pareja suele ser quien tiene más cordura, paciencia y fortaleza. En ocasiones ¡hasta es importante dejar que el desahogo surja!

Recordemos, para que quede un poco de tranquilidad, que las palabras intolerantes tienen una alta carga subjetiva, esto es que son poco realistas.

Cosas que no conviene decir en la educación de los hijos

De alguna manera se trató en otro artículo del lenguaje intolerante en la pareja. A continuación de dan algunas frases que se deben de cuidar en el trato con los hijos:

1. «¡A mí no me haces esto!» (demuestra más amor propio que afecto hacia el hijo).

2. «No le vayas a decir  a papá (o a mamá)» (genera de alguna forma complicidad y división. Puede destruir la fuente del amor y del crecimiento familiar: la unión de los cónyuges).

3. «No sirves para nada, eres un egoísta, un mentiroso...» (descalifica globalmente al chico y refuerza el ejercicio del tipo de conductas que pretendemos corregir).

4. «Has hecho lo que tu querías, ahora ¡arréglatelas!» (además de orgullo herido, manifiesta falta de «simpatía y compromiso» con el hijo o la hija).

5. «Dime la verdad, de lo contrario...» (muestra desconfianza y sustituye el amor por la amenaza).

6. «¿Dónde has estado? ¿Qué has hecho? ¿Quién había?» (constituye una agresión a la intimidad, que más bien cierra cualquier posibilidad de comunicación).

7. «Haz lo que te de la gana, a mi déjame en paz» (hace poco me contaron que un chico explicaba a sus amigos que sus padres no lo querían «porque me dejan hacer lo que quiero»).

8. «Mira qué buena es tu hermana, cómo estudia, cómo ayuda» (olvida que cada persona es única y fomenta los celos, las envidias, la competitividad malsana…).

9. «La ha traído la cigüeña, o bien, son cosas que no te interesan». (imposibilita que se establezcan lazos en torno a una de las esferas en que los hijos más lo necesitan; arroja el amor a la categoría de lo innoble y dificulta cualquier posterior conversación sobre este tema).

10. «Mira que Dios te va a castigar» (distorsiona inevitablemente la imagen de Dios como Padre amoroso; sustituible con ventaja por algo como: «Dios te ve siempre, quiere tu bien, y sería estupendo que lo tuvieras muy contento»).

Estas frases están entresacadas de un artículo de Tomás Melendo en Arvo.net