logoP31

Líderes en formación de líderes desde 1992

billionphotos 1665721

Más de alguno me ha comentado que el cambio de año, no es otra cosa que el cambio normal de un día para otro y que no habría que darle tanta importancia, y hay razón para afirmarlo.

Sin embargo, la finalización de un período es algo que llama a la reflexión, al análisis.

Afirmaba A. Machado, de una forma poética lo siguiente:

Camino que no es camino

de más está que se emprenda,

porque más nos descarría

cuanto más lejos nos lleva.

 
¿Cuántos caminos que no debimos tomar emprendimos este año que termina?

 
Relaciones que debimos evitar y que quizá nos hicieron daño. Hábitos que comenzamos a adquirir y que ahora nos pesan; quizá alejamiento de personas a las que deberíamos seguir tratando.

 
Deterioro en las relaciones que más nos interesan. Abandono de propósitos y puntos de lucha en nuestro crecimiento personal. Libros abandonados que se comenzaron con tanto entusiasmo. Estudios que se vieron truncados por “razonadas sin razones”.

 
Mediocridad envolvente en la que nos hemos abandonado.

 

Trabajo intenso que se volvió mediocre. Pérdida de tiempo que no se recupera.

 
Alejamiento poco inteligente de Dios.

 
Y podríamos seguir con un muestrario largo.

 
Pero lo interesante es descubrir esos caminos de los que nos hemos desviado, voluntaria o involuntariamente. Darnos tiempo y revisar que tan desviados estamos con respecto del inicio del año anterior.

 
Cómo me llamo la atención y se me quedó grabado aquello de que “examinar no es para reprobar, sino para mejorar”. Si esta temporada de fin de año nos lleva a examinarnos un poco y esto a su vez a buscar mejoría en nuestras vidas, entonces ¡bendito fin de año!

 
No se trata de revisar los descaminos y sentirnos desanimados por ello. Se trata de corregir –donde se tenga que hacerlo- el rumbo, con más bríos, retomando el ánimo original, sabiendo que el tiempo nos apremia.

 
Un paso más sería pedir perdón a aquellos que abandonamos en nuestro descamino. Y también, ¿por qué no? A Dios, por no haber sabido corresponder a la cantidad de gracias que nos dio y que no supimos ver durante este año.

 
Luego ser agradecidos, con aquellas personas que nos dedicaron tiempo; que nos ayudaron; que estuvieron pendientes de nosotros; que nos aman a pesar de nuestros defectos y a Dios por la vida que nos dio y por la oportunidad de recomenzar que nos brinda.


Y finalmente a desandar lo andado, lo que se tenga que desandar. Créelo, retomar caminos reconforta. Y te aseguro que esas personas que tanto quieres, entre ellas tu mismo, te lo agradecerán. Y como decía S. Josemaría Escrivá: ¿Año nuevo?, ¡lucha nueva!

 

José Luis Castañeda Lerma