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Líderes en formación de líderes desde 1992

Una frase fácil de decir y que en el fondo tiene un mensaje fuerte para quien se lo dice. Encierra desconfianza y de alguna manera pérdida de autoridad.

 

Cualquier relación humana, laboral, de pareja, de amistad, se basa en confiar en el otro; cuando se desconfía, la relación, de alguna manera, comienza a deteriorarse.

 

Cuando un jefe miente, engaña o no cumple con lo que promete, deteriora la relación con sus empleados y por ende su propio liderazgo, ya que éste requiere de una sólida confianza. Cuando no es capaz de vivir lo que enseña, la credibilidad se descompone.

 

Una de las acepciones de la Real Academia para el término “confianza” es la siguiente: Depositar en alguien, sin más seguridad que la buena fe y la opinión que de él se tiene, la hacienda, el secreto o cualquier otra cosa.

 

Cuando la opinión que se tiene de alguien, es de mentiroso, que engaña etc. Difícilmente se puede tener confianza en esa persona.

 

Reconstruir la confianza, es arduo, difícil y en ocasiones, dependiendo del caso, imposible.

 

Un líder que miente o manipula por medio del engaño a sus seguidores, le costará mucho llevarlos al objetivo. Tendrá que “empujar” en lugar de “guiar” y eso es tenso, es cansado.

 

Deberá descubrir que no son sus seguidores los que detienen el camino a la meta, sino su falta de credibilidad que tiene con ellos.

 

Una parte del problema es que el líder se cuestionará, con poca objetividad, lo que sucede con su equipo, ya que no le dirán abiertamente que es falta de confianza.

En cierta ocasión se hizo el siguiente ejercicio: se llamó a dos gerentes y se les pidió que llamaran a cuatro personas al azar de su departamento respectivo. Se habló con cada gerente y se les dijo que deberían pedirle a sus colaboradores que se tocaran la punta de los pies.

Entró el primer gerente y pidió lo anterior a su grupo. Uno de sus colaboradores iba a hacerlo cuando se dio cuenta que los demás no se agachaban y que comenzaban a cuestionar al gerente por qué tenían que hacerlo. El gerente intentaba dar respuestas, pero no consiguió nada.

Se pidió que entrara el segundo gerente pidió lo acordado, e inmediatamente sus cuatro colaboradores lo hicieron divertidos.

Se le preguntó al primer grupo, sin el gerente presente, y las respuestas convergían en que no le creían ya que en ocasiones pedía cosas poco razonables.



Cuando entró el segundo grupo, se les preguntó por qué habían accedido tan fácilmente y la respuesta sorprendió a todos: si lo pide es porque seguramente tiene sentido, confiamos en él.

No nos cansaremos de decir que la ausencia de buenos líderes, se basa en la ausencia de confianza que se tiene en ellos. Y que cuando se pierde es muy difícil reconstruirla.

¿Qué hacer?

  •          Hablar con la verdad y exigir que los demás hagan lo mismo
  •          No exigir nada que no estemos dispuestos a hacer nosotros mismos
  •          Cumplir con lo que se promete y si no se puede, hacer notar las razones
  •          Tratar de ser objetivos
  •          Darle importancia a ser flexibles
  •          Escuchar más que hablar
  •          Ser cortés y respetuoso
  •          Ser muy concretos con lo que pedimos

... Entre otras cosas

 

 

José Luis Castañeda Lerma

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