Tomar decisiones, acción a la que nos enfrentamos desde el momento mismo en que nos levantamos y que se va ejerciendo a lo largo del día. Me levanto o no. Qué desayunar; que ponerse; que ruta tomar, etc. En ocasiones ni siquiera nos preocupan, se toman sin pensar, puesto que lo que se decida no tendrá gran importancia en nuestro hacer cotidiano.

Otras, por el contrario, tomarán gran repercusión en nuestras vidas: me caso con esta persona o no. Continúo en esta empresa o busco otra. A quien despedir cuando hay recorte. Qué rumbo darle a la vida etc.

La Real Academia de la lengua española define decidir como: Determinación, resolución que se toma o se da en una cosa dudosa.

No solo es elegir, cosa que en ciertas ocasiones es difícil, sino determinarse, resolverse por lo que se elige. Es compromiso ante lo elegido e indiferencia ante lo no elegido, puesto que al tomar una decisión se escoge entre varias alternativas y se deja ir a las demás: Si me caso con Marta, las demás mujeres, todas, pasan a segundo término. Si escojo esta empresa, las demás dejan de preocuparme.

Lo interesante de decidir está en la determinación, en poner nuestro esfuerzo en aquello que escogemos.

Decidir da miedo. Miedo a equivocarse, a no tomar la mejor elección. Surge la importancia entonces de métodos que nos ayuden a elegir bien. Actitudes que nos permitan estar seguros de lo que elegimos, como la humildad y la objetividad.

Las malas decisiones están basadas en esa enfermedad tan común en nuestro tiempo: la irreflexividad.

La irreflexividad se caracteriza por: Elegir al azar, porque no se quiere profundizar, porque no se quiere comprometer, puesto que para tomar una buena decisión se requiere, por lo menos de tomar en cuenta las ventajas y desventajas que puede traer el elegir una cosa u otra. Todo originado en la precipitación por la superficialidad que existe.

¿Cuántas personas cercanas a usted están inconformes con su forma de vivir? Posiblemente usted mismo lo esté. ¿Qué requiere? Profundizar, detenerse, pensar. ¡Qué pereza! ¿Verdad?

Tomar decisiones requiere de ciertas actitudes y metodología que permitan vislumbrar las posibles alternativas y de ellas poder escoger la mejor. ¡Lástima que hasta aprender y reflexionar sobre estas técnicas nos dé pereza!

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