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Líderes en formación de líderes desde 1992

Se vale, es muy humano el llegar a estar hasta las narices, cansados y hartos y también es válido el decirlo o gritarlo, es también muy humano. Y aunque no lo creas es algo muy positivo.

 

A veces se descubre que en lugar de vivir la vida, se lleva a cuestas y eso ¡cansa! Pero el descubrirlo es el inicio del cambio.

 

Puede ser que se este harto, por ejemplo, de la mujer o del marido, porque no te sientes comprendido, porque tiene una sarta de defectos que quizá no se detectaron a tiempo, por lo que tu quieras; pero el decir que estás hasta las narices significa que se te ha olvidado que te casaste para complementarte tu y complementar a la pareja. Entonces ese estar harto significa redescubrir tus propias actitudes negativas en la relación y volver a contemplar el fin.

 

A lo mejor estás cansado en tu trabajo, con tus empleados porque no son lo suficientemente productivos o porque no te entienden. Ahí encuentras nuevamente un punto de mejora en tu manera de ser, porque analizarás las cosas y te darás cuenta que un cambio tuyo implica un cambio en los demás.

 

Podría ser que el cansancio y la hartura se refieran a ti mismo. A que las cosas no salen como quieres, o a lo mejor a la reseción o a la situación del país, a que ya te has cansado de hacer tu mejor esfuerzo y que todo siga igual. En fin.

 

¿Sabías que el estar cansado o harto nos redescubre las cosas que valen la pena? Se cansa de batallar por conseguir lo que alguna vez fueron ideales. Me corrijo, que lo siguen siendo y que nos motivan a luchar y a pelear con lo que esté a la mano por conseguirlos. Entonces descubres que no eres super hombre o super mujer y que en realidad te cansas como cualquier otro. Pues tómate un descanso, prepara estrategias, redescubre lo que te lleva a vivir la vida y no a cargarla y programa otros ratos para estar harto. Recuerda que al apretar un tornillo, la última vuelta, es la más difícil de dar ¡pero es la que sostiene aquello que se atornilla!

 

A veces nos cansamos a la mitad del camino de lo que estamos persiguiendo, pero si estás a la mitad no tiene sentido, ninguno, el regresarte.

 

La vida está llena de obligaciones y responsabilidades que no permiten quitar el hombro, aunque exista la tentación de hacerlo, entonces ¿Qué crees? Es el momento del recomienzo.
 

Si, de verdad, el accionar más importante de la persona es el recomenzar, con nuevos bríos y seguramente con nuevas estrategias, pero siempre recomenzando.

 

Habrá momentos en que las cosas no se vean nada claras, entonces, déjate llevar un poco. Las personas que amas seguramente te ayudarán más si entienden o les explicas aquello que te pasa. Dales la mano y deja que te guíen. ¿Metafórico? No, práctico.

 

A veces por esa lucha desmedida no nos damos cuenta de lo que tenemos alrededor. De los vasos de agua que se nos ofrecen a lo largo del camino, como la sonrisa de tus hijos, el ¡ánimo jefe! de tus empleados, alguna ayuda que despreciamos porque ¡somos muy importantes!, de la caricia de un ser querido. De la plática insulsa pero sabrosa de alguien alrededor nuestro… en fin, que cuando comenzamos a no tomar en cuenta los detalles de los que está hecha la vida, estamos comenzando a cargarla y a dejar de apreciarla.

 

En cierta ocasión de hartura, que el autor también la tiene, alguien me dijo: no te tomes tan en serio ¡vive!

 

Quedamos, entonces, que se vale manifestar que estamos hartos, decíamos que es muy humano. Pero la actitud que queda es encoger los hombros, sonreír un poco aunque sea por dentro y repetirnos ¡Vale la pena!

José Luis Castañeda Lerma

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